
out of you and me and i can’t fall into my memories
(escuchar Imaginary de EVANESCENCE)
Silencio… Desde hace horas hay mucho silencio. La puerta está cerrada, pero puedo ver por la ventana sombras que corren. De derecha a izquierda… ¿Podrían ser fantasmas? Perfectamente, si no veo más que las sombras podrían serlo. Porque ahora mismo no sé lo que es real y lo que no, lo que podría pasar o lo que no. Quien me hiciera esto, si es que me lo hizo alguien, podría entrar ahora mismo por la puerta y cortarme a trocitos porque no logró acabar conmigo la primera vez.
¿Qué hice que fuera tan horrible como para que quisiera matarme?
¿Qué clase de daño le hice a tal persona para que…? ¿Y… y si hice yo toda esa masacre? Por lo que he visto hasta ahora podría haberlo hecho. ¿Qué me hicieron para que quisiera matarles? Matar a toda una familia… Debería tener mucha fuerza física y mental para hacerlo sin importarme lo que podría pasar después. ¿Pero por qué les apuñalé? ¿No es más fácil un disparo? Para apuñalar se necesita algo de ventaja sobre la víctima, con un disparo en la cabeza bastaría… ¿Tanto quería hacerles sufrir? O igual antes de perder la memoria era una psicópata descerebrada a la que no le importaba nadie. Igual estaba tan sola que me daba igual todo, igual esa familia trató de ayudarme y yo, al estar tan sola, quería seguir estándolo… ¿Son ideas tontas? Puede, pero después de lo que me ha pasado no sé qué pensar. ¿Y si me he hecho esto yo misma? Igual la culpa me empezó a reconcomer por dentro de tal forma que intenté quitarme la vida y con tal mala suerte de, en lugar matarme, quedarme ida, perdiendo todo. Pero si todo lo que tenía era una mierda… Igual tan solo quise borrarme la memoria para empezar de nuevo… Pero ahora, al pensar que podría haber matado yo a esas personas… No me afecta. No siento culpa, no siento miedo, no siento tristeza.
No siento remordimiento. No siento nada.
Desvío mi atención al oír ruidos al otro lado de la puerta, algo pasaba ahí fuera. Había permanecido en la misma posición en la que me había dejado la detective Rass; sentada, con las piernas tiradas a lo largo de la cama. Me giro hacía el borde de la cama y dejo caer mis piernas, que no llegan al suelo. Apoyo firmemente los brazos, me doy un pequeño impulso y mis pies tocan el suelo. Pero las piernas me fallan y en lugar de sostenerme me desplomo sobre las baldosas. Oigo mi cuerpo impactar sobre las baldosas blancas con un gran chasquido. Un chasquido que resuena por cada rincón de mi cuerpo. Sigo débil y sigo sin saber por qué.
Lo intento, pero no puedo levantarme. Me pasa como en el bosque, las manos me resbalan, haciendo que mis brazos vuelvan a incrustarse contra el suelo cuando había conseguido levantarlos un poco. Me arrastro hasta la puerta, pensando que sujetándome con el pomo podré levantarme. Oigo crujir todo mi cuerpo, pero no de tener algo roto, tan solo de cansancio, debilidad. Como una marioneta cuando le cortan los hilos. Cae al suelo, se rompe, se arrastra e intenta agarrarse a lo que pueda, rezando por que aparezca alguien y la agarre suavemente y la sujete. Sin ser independiente, siempre con alguien por encima de ella, que es capaz de controlarla. Y lo peor; ella lo quiere así. Ahora mismo yo quiero eso, una ayuda, no puedo levantarme sola. Pero no quiero ser una marioneta, tengo muy claro que es sentirse como tal y no sé porqué. Me siento como si me hubieran cortado los hilos varias veces, no. Me siento como si me hubieran soltado algunas veces, pero sin deshacerme de los hilos. Dándome golpes repetidas veces, pero alguien volvía y me recogía; quitándome todo el polvo que había acumulado.
No quiero sentirme así.
Hice un pequeño esfuerzo por levantar un poco mi abdomen unos segundos del suelo, alargar el brazo y sujetarme con el pomo, como si fuera lo último a lo que aferrarme. Y así era, en ese momento no tenía ninguna otra manera de levantarme del frío suelo.
Lo conseguí. En cuanto me levanté seguía oyendo ruidos, así que abrí la puerta con cuidado, despacio, para no volver a caerme. Me deslumbró la luz que entraba en mi habitación desde esos pasillos tan blancos. De repente, por delante de mi pasó una camilla, con una persona llena de cables. La enfermera decía algo que no logré entender bien, pero seguido de esto; otra le clavó una aguja en el brazo y le inyectó un liquido que no supe identificar, parecía agua.
-Eh, ¿Qué haces levantada? – Un hombre con bata blanca se me puso delante, impidiéndome ver a donde se llevaban a ese otro hombre que yacía en esa cama con ruedas. – Vamos, entra dentro. Esto no es agradable de ver y deberías estar dormida. – Me empujó de manera delicada hacia dentro, me agarró por los brazos y me ayudó a llegar hasta la cama. Cuando me encontré en el borde me levantó en brazos y me tumbó. – Venga, a dormir, que mañana tendrás que estar descansada. - ¿Para qué? No pienso prestar atención a las preguntas que me sigan haciendo ni pienso participar en las pruebas.
Se fue hacia la puerta y me la cerró, privándome otra vez de la visión.
Noto algo raro en la cabeza… ¿Un chispazo? No sé lo que es esto, pero me duele intentar averiguarlo.
¡Una imagen! Una imagen que no recuerdo haber visto desde que me desperté… ¿Un recuerdo? ¿Es esto un recuerdo? Intenta recordar… No quiero olvidar otra vez… Intenta… Duele, me duele la cabeza…
Una cara…
Unas cejas con un aro en una de ellas.
Unos ojos con sombras negras a su alrededor. Aún siendo oscuros parecen de un ángel. Sus pestañas hacen que esos ojos puedan llegar a brillar.
Una mirada sincera que puede llegar a penetrar en lo más profundo de mí ser.
Una nariz fina, que podría oler mis inseguridades y mis dudas a quilómetros de distancia.
Unos labios carnosos… Lograrían explicarme todo lo que he olvidado y lo que debería recordar. Podrían contarme mi vida.
No sé… No sé quién eres. Sal de mi cabeza, me dueles. Ya no quiero recordarlo, duele demasiado.
Vete, desaparece. ¡No intentes entrar!
-¡NO, DÉJAME! – exploté. Empecé a revolverme en la cama intentando borrar esa imagen de mi cabeza, quería que se fuera, que se desvaneciera, que desapareciera de mi vida a pesar de que fuera un recuerdo posible que me ligaba a mi vida anterior. Dolía, la cabeza me ardía. - ¡NO ME TOQUES! ¡VETE! – No paraba de revolverme, la cama hacía ruido, me retorcía de dolor. No me di ni cuenta de que millones de enfermeras entraban en mi habitación.
-¡Rápido, sujetadla! – una serie de enfermeros me sujetaron los brazos, las piernas… - Moviéndose así se le podría dislocar un hueso, atadla a la cama para que pueda inyectarle un calmante. – Cogió una jeringuilla y se acercó a mi brazo para pincharme, pero me movía tanto que se le hizo imposible.
-¡NO, NO ME TOQUEIS! ¡DÉJADME SOLA, DÉJADME TODOS! - Me sujetaron más fuerte. - ¡ME DUELES! ¡SAL DE MI CABEZA!
-Tranquila, tranquila, aquí solo estamos nosotros, ¡no hay nadie más! – Intentó calmarme, pero yo no la escuchaba - ¡Atadla a la cama, ahora! ¡Le está dando un brote psicótico!
-¡No podemos, se mueve demasiado, podríamos hacerle daño! – intentaban sujetarme, pero no podían. Noté, de repente, como una aguja entraba en mi interior por el brazo, dejando ir todo el líquido que llevaba dentro.
-No quiero recordarte más… - Esas fueron mis últimas palabras antes de caer rendida. Había recordado, me había dolido… No quería recordar nada más si tenía que ser así cada vez. Pero al menos tenía claro que no estaba como al principio, no era una muñeca completamente vacía a pesar de todo.
(escuchar Imaginary de EVANESCENCE)
Silencio… Desde hace horas hay mucho silencio. La puerta está cerrada, pero puedo ver por la ventana sombras que corren. De derecha a izquierda… ¿Podrían ser fantasmas? Perfectamente, si no veo más que las sombras podrían serlo. Porque ahora mismo no sé lo que es real y lo que no, lo que podría pasar o lo que no. Quien me hiciera esto, si es que me lo hizo alguien, podría entrar ahora mismo por la puerta y cortarme a trocitos porque no logró acabar conmigo la primera vez.
¿Qué hice que fuera tan horrible como para que quisiera matarme?
¿Qué clase de daño le hice a tal persona para que…? ¿Y… y si hice yo toda esa masacre? Por lo que he visto hasta ahora podría haberlo hecho. ¿Qué me hicieron para que quisiera matarles? Matar a toda una familia… Debería tener mucha fuerza física y mental para hacerlo sin importarme lo que podría pasar después. ¿Pero por qué les apuñalé? ¿No es más fácil un disparo? Para apuñalar se necesita algo de ventaja sobre la víctima, con un disparo en la cabeza bastaría… ¿Tanto quería hacerles sufrir? O igual antes de perder la memoria era una psicópata descerebrada a la que no le importaba nadie. Igual estaba tan sola que me daba igual todo, igual esa familia trató de ayudarme y yo, al estar tan sola, quería seguir estándolo… ¿Son ideas tontas? Puede, pero después de lo que me ha pasado no sé qué pensar. ¿Y si me he hecho esto yo misma? Igual la culpa me empezó a reconcomer por dentro de tal forma que intenté quitarme la vida y con tal mala suerte de, en lugar matarme, quedarme ida, perdiendo todo. Pero si todo lo que tenía era una mierda… Igual tan solo quise borrarme la memoria para empezar de nuevo… Pero ahora, al pensar que podría haber matado yo a esas personas… No me afecta. No siento culpa, no siento miedo, no siento tristeza.
No siento remordimiento. No siento nada.
Desvío mi atención al oír ruidos al otro lado de la puerta, algo pasaba ahí fuera. Había permanecido en la misma posición en la que me había dejado la detective Rass; sentada, con las piernas tiradas a lo largo de la cama. Me giro hacía el borde de la cama y dejo caer mis piernas, que no llegan al suelo. Apoyo firmemente los brazos, me doy un pequeño impulso y mis pies tocan el suelo. Pero las piernas me fallan y en lugar de sostenerme me desplomo sobre las baldosas. Oigo mi cuerpo impactar sobre las baldosas blancas con un gran chasquido. Un chasquido que resuena por cada rincón de mi cuerpo. Sigo débil y sigo sin saber por qué.
Lo intento, pero no puedo levantarme. Me pasa como en el bosque, las manos me resbalan, haciendo que mis brazos vuelvan a incrustarse contra el suelo cuando había conseguido levantarlos un poco. Me arrastro hasta la puerta, pensando que sujetándome con el pomo podré levantarme. Oigo crujir todo mi cuerpo, pero no de tener algo roto, tan solo de cansancio, debilidad. Como una marioneta cuando le cortan los hilos. Cae al suelo, se rompe, se arrastra e intenta agarrarse a lo que pueda, rezando por que aparezca alguien y la agarre suavemente y la sujete. Sin ser independiente, siempre con alguien por encima de ella, que es capaz de controlarla. Y lo peor; ella lo quiere así. Ahora mismo yo quiero eso, una ayuda, no puedo levantarme sola. Pero no quiero ser una marioneta, tengo muy claro que es sentirse como tal y no sé porqué. Me siento como si me hubieran cortado los hilos varias veces, no. Me siento como si me hubieran soltado algunas veces, pero sin deshacerme de los hilos. Dándome golpes repetidas veces, pero alguien volvía y me recogía; quitándome todo el polvo que había acumulado.
No quiero sentirme así.
Hice un pequeño esfuerzo por levantar un poco mi abdomen unos segundos del suelo, alargar el brazo y sujetarme con el pomo, como si fuera lo último a lo que aferrarme. Y así era, en ese momento no tenía ninguna otra manera de levantarme del frío suelo.
Lo conseguí. En cuanto me levanté seguía oyendo ruidos, así que abrí la puerta con cuidado, despacio, para no volver a caerme. Me deslumbró la luz que entraba en mi habitación desde esos pasillos tan blancos. De repente, por delante de mi pasó una camilla, con una persona llena de cables. La enfermera decía algo que no logré entender bien, pero seguido de esto; otra le clavó una aguja en el brazo y le inyectó un liquido que no supe identificar, parecía agua.
-Eh, ¿Qué haces levantada? – Un hombre con bata blanca se me puso delante, impidiéndome ver a donde se llevaban a ese otro hombre que yacía en esa cama con ruedas. – Vamos, entra dentro. Esto no es agradable de ver y deberías estar dormida. – Me empujó de manera delicada hacia dentro, me agarró por los brazos y me ayudó a llegar hasta la cama. Cuando me encontré en el borde me levantó en brazos y me tumbó. – Venga, a dormir, que mañana tendrás que estar descansada. - ¿Para qué? No pienso prestar atención a las preguntas que me sigan haciendo ni pienso participar en las pruebas.
Se fue hacia la puerta y me la cerró, privándome otra vez de la visión.
Noto algo raro en la cabeza… ¿Un chispazo? No sé lo que es esto, pero me duele intentar averiguarlo.
¡Una imagen! Una imagen que no recuerdo haber visto desde que me desperté… ¿Un recuerdo? ¿Es esto un recuerdo? Intenta recordar… No quiero olvidar otra vez… Intenta… Duele, me duele la cabeza…
Una cara…
Unas cejas con un aro en una de ellas.
Unos ojos con sombras negras a su alrededor. Aún siendo oscuros parecen de un ángel. Sus pestañas hacen que esos ojos puedan llegar a brillar.
Una mirada sincera que puede llegar a penetrar en lo más profundo de mí ser.
Una nariz fina, que podría oler mis inseguridades y mis dudas a quilómetros de distancia.
Unos labios carnosos… Lograrían explicarme todo lo que he olvidado y lo que debería recordar. Podrían contarme mi vida.
No sé… No sé quién eres. Sal de mi cabeza, me dueles. Ya no quiero recordarlo, duele demasiado.
Vete, desaparece. ¡No intentes entrar!
-¡NO, DÉJAME! – exploté. Empecé a revolverme en la cama intentando borrar esa imagen de mi cabeza, quería que se fuera, que se desvaneciera, que desapareciera de mi vida a pesar de que fuera un recuerdo posible que me ligaba a mi vida anterior. Dolía, la cabeza me ardía. - ¡NO ME TOQUES! ¡VETE! – No paraba de revolverme, la cama hacía ruido, me retorcía de dolor. No me di ni cuenta de que millones de enfermeras entraban en mi habitación.
-¡Rápido, sujetadla! – una serie de enfermeros me sujetaron los brazos, las piernas… - Moviéndose así se le podría dislocar un hueso, atadla a la cama para que pueda inyectarle un calmante. – Cogió una jeringuilla y se acercó a mi brazo para pincharme, pero me movía tanto que se le hizo imposible.
-¡NO, NO ME TOQUEIS! ¡DÉJADME SOLA, DÉJADME TODOS! - Me sujetaron más fuerte. - ¡ME DUELES! ¡SAL DE MI CABEZA!
-Tranquila, tranquila, aquí solo estamos nosotros, ¡no hay nadie más! – Intentó calmarme, pero yo no la escuchaba - ¡Atadla a la cama, ahora! ¡Le está dando un brote psicótico!
-¡No podemos, se mueve demasiado, podríamos hacerle daño! – intentaban sujetarme, pero no podían. Noté, de repente, como una aguja entraba en mi interior por el brazo, dejando ir todo el líquido que llevaba dentro.
-No quiero recordarte más… - Esas fueron mis últimas palabras antes de caer rendida. Había recordado, me había dolido… No quería recordar nada más si tenía que ser así cada vez. Pero al menos tenía claro que no estaba como al principio, no era una muñeca completamente vacía a pesar de todo.
Continuará.