INTRODUCCIÓN


the future will be more of the same, pain and blame


¿Somos realmente dueños de nuestros actos?, ¿formamos parte de un plan predeterminado tejido por alguien que lo controla todo?, ¿o acaso alguien está manejándonos a su antojo a bordo de este carrusel llamado mundo?


Veo a la marioneta, pero ¿quién maneja los hilos?


Alguien alargó sus manos y cogió mis hilos para utilizarlos a su antojo, apoderándose de mis actos, mi mente, mi vida. Consiguió todo de mí, no para mantenerme siempre a su merced, sino para poder conseguir sus más ínfimos deseos, aunque eso pueda significar el peor final para la marioneta. Juega con ella, le hace caminar a su paso, por muchos golpes que pueda recibir, tira su avalancha de culpas que le atormentan encima de ellas sin piedad hasta que se rompen o simplemente se cansan de jugar con sus juguetes. Entonces es cuando son arrojadas a la oscuridad, tiradas en un rincón o en un cajón que nadie volverá a abrir y de donde nunca tuvieron que salir. Caen en el olvido sin ningún atisbo de esperanza, pues durante ese tiempo se volvieron frías e impenetrables, olvidando lo que era sentirse libre. Las agarró con fuerza, obligándolas a obedecer, haciendo que se sintieran inferiores, pues él era el ser superior. Utilizándolas como, él llama, muñecos. Muñecos que una vez tuvieron vida y han acabado siendo un pedazo de carne sin capacidad de sentir ni de sufrir, a base de golpes olvidaron lo que era ser humano; dueño de tus actos, poder tomar decisiones. Y él se siente satisfecho con su obra y su resultado. Se siente feliz, ha conseguido sus objetivos sin mancharse las manos, porque piensa que lo ha hecho bien, porque se ha hecho un bien a sí mismo.

Pero no todas las marionetas son forzadas a ir con tal persona. Hay aquellas que ceden su alma por un tiempo, y por razones mucho más nobles de las que el marionetista cree, se someten a su voluntad con la idea de que él tarde o temprano las soltará. Hasta el momento en que descubren que, quien maneja los hilos, realmente las ve como objetos, pedazos de carne sin vida en su interior, simples herramientas para conseguir lo que él desea. Objetos inanimados e insignificantes, objetos que no serían nada sin su amo. Entonces la marioneta lucha por liberarse, intentando romper los hilos que la atan a ese destino del que, desgraciadamente, no puede escapar. Aprieta los dientes, tensa las cuerdas, se revuelve, se contorsiona, un grito, un chasquido,… Pero antes de que las cuerdas se rompan por completo, se da cuenta de que se ha convertido en un objeto. Un muñeco que no lograría nada en el mundo real, necesita que lo controlen, necesita tener un amo. Si saliera a fuera no encontraría a nadie ni nada, tan solo soledad y desorientación, porque no se sabe tiempo que llevaba siendo dominada sin saber lo que ocurría a su alrededor.

Y se quedan donde nunca deberían haber estado.

Acaban mostrando una actitud mucho más tranquila y más sumisa de lo que se puede llegar a imaginar. Intentando pensar y creerse que el que las controla acabará cambiando en lo más profundo de su ser. Eso podría ser la definición de amor, a pesar de que el marionetista las trate con la punta del zapato. Siguen mostrando lealtad. No les importa que tense las cuerdas hasta cortarles la circulación, no les importa que las escupa con sus palabras, no les importa estar perdiendo todos sus sueños, no les importa recibir un maltrato mayor al que tratan de evitar con su admirable actitud sumisa y controlable. Empiezan a perder los valores, los valores que una vez les identificaban como personas humanas, pierden la libertad sin darse cuenta, se les escapa entre los dedos, se convierten en juguetes vacíos desprovistos de cualquier característica humana que alguna vez fuese su seña de identidad. Avanzan con la mirada perdida en el punto en que renunciaron a su propia vida, movidas por una mano injusta que las conduce por caminos de sinsentidos. No avanzan por lo que les dice el corazón, sino gracias a lo que les indican los dedos del marionetista. Todo para nada, para ser abandonadas y olvidadas. Muertos en vida, muertos por sus sueños, muertos gracias a un ser que dice ser humano. Y el marionetista sigue sonriendo.

Todo lo que les caracterizaba como humanos desaparece. Se va difuminando junto con su vida. La humildad, la capacidad de distinguir entre el bien y el mal, el poder elegir, la racionalidad,… Rasgos que no se formaron en nuestro ser, ya venían con nosotros. Pero a algunos se les olvidan, dejan de importarles o simplemente se los borran de mala manera para impedirles que cuenten lo que han vivido estando en su poder, borrándoles toda su vida, sus recuerdos, su identidad. Borrándolas de la existencia, como me pasó a mí. Eso es lo que hace el marionetista.

Pero ¿eso qué importa cuando ya no sientes nada?
17 de julio primer capitulo.