
i can’t explain why i feel insane
-Tuvo una crisis anoche… Lleva así desde que pasó. – Rass se me quedó mirando desde el otro lado del cristal. Me habían cambiado de habitación; ahora estaba en una mucho más fría, con tan solo una cama y en la que había toda una pared que era un enorme cristal. Todo para tenerme vigilada. – Pero eso significa que recordó algo. Cuando la anestesiamos no paraba de chillarle a alguien.
-Es normal, había un montón de personas sujetándola. Se debió de asustar.
-Le chillaba a alguien que no estaba allí. A parte de eso… Sabemos que ya puede hablar. – La detective permaneció en silencio, observando cómo le daba la espalda. Había pasado, desde que me desperté de la anestesia, toda la noche en la misma posición, dándole la espalda a ese cristal que tanto me incomodaba. - ¿Quiere pasar? – Asintió con la cabeza convencida.
Oí la puerta cerrarse poco a poco y unos pasos que se acercaban a mi lentamente. Cada sonido del zapato golpeando ese ruidoso suelo se expandía por toda la habitación, haciendo que se me pusiera la carne de gallina.
-Me han dicho que lo que ha pasado…
-¿Quieres que te cuente lo que he visto? – Estaba convencida que solo me quería por eso, para averiguar quién había matado a esas personas, sin importarle lo que yo pudiera sufrir. Pero, al fin y al cabo, seguía siendo un juguete vacío.
-No, si tú no quieres. Sé que lo has pasado mal y no quiero volver a hacerte pasar por lo mismo. - ¿A sí? Nadie lo diría. Aún a sabiendas de que no recordaba nada seguía bombardeándome con preguntas que no entendía. Pues si no sentía la necesidad de saberlo no pensaba contárselo.
No quiero volver a recordar esa cara, lo que me hizo sufrir, lo que me hizo sentir. No sé que fue eso… ¿Un sentimiento? Pues no quiero sentir nada más. Quiero seguir vacía, como tengo la sensación de que siempre he estado.
-Ahora no me lo vas a decir… - Con una sonrisa, sabía que no le iba a decir nada. Negué con la cabeza, sin apartar la mirada del frente. Tenía la mirada perdida, como de costumbre; no sabía a dónde mirar.
El colchón de la cama se hundió a unos centímetros de mí. – Oye, escucha. No sé lo que se siente al no recordar nada… No tengo ni idea, eso solo lo sabes tú y no me puedo ni llegar ni a imaginar cómo debes sentirte ahora mismo. – No siento nada – Pero ¿no quieres ni recordar tu nombre?, ¿no quieres recordar a tus padres?
-No, ¿eso es malo? – No sé lo que es bueno y lo que no lo es…
-No, pero es triste. – No me afectaron sus palabras. – Podríamos ayudarte a recordar más cosas si quisieras…
-Esta noche he recordado y no me ha gustado. – Me había horrorizado.
-Pero ¿no te sientes mejor al saber, aunque tan solo sea una pizca, de tu vida? – Puede.
Cuando recordé me dolió. Yo interpreto eso como si mi vida fuera todo sufrimiento, dolor, miedo… Y eso que no tengo claro que significan esas palabras. Aunque esa cara fuera pacifica no me gustó recordarla, porque a la vez de sumisa era amenazante. Era una persona. Algo me pasó con esa persona que no me gustó nada. Puede ser eso ¿no? Es mi manera de verlo, aunque igual me equivoco. ¿Pero que sentí? ¿De golpe lo que en toda una vida me hizo sufrir? Me dolió cada centímetro de mi cuerpo… ¿Y si esa persona fuera…? ¿Y si fuera quien me borró la memoria? Igual sentí lo que sentí cuando me borró la memoria o intentó matarme.
No recuerdo nada de la vida en si misma… Pero se me hace difícil de creer que haya seres humanos que puedan matar a otros seres humanos. Aunque supongo que, después de todo, hay cosas peores que la muerte… Que te traten como a un objeto, un juguete, una marioneta a la que usar cuando quieres…
-Si te duele contarlo… - Me sacó de mis pensamientos. – ¿podrías dibujar eso que has visto? – La miré por primera vez desde que entró en esa habitación.
-Quiero salir de esta habitación.
-De acuerdo. ¿Qué viste? – Insistente. ¿Quería salir de esas cuatro, tres paredes y un cristal? Sí. ¿Quería hacer públicos mis pensamientos? No. Y menos a esa clase de gente, que solo les interesa una parte de este caso. La parte que incumbe a las víctimas de asesinato. En cuanto a los que salen heridos; tan solo les importa la información que pueden darles. – Si me lo dices o consigues dibujarlo, no tan solo te sacaré de esta habitación. Te llevaré fuera. No debes de recordar como es el mundo de día, tan solo tienes un recuerdo nefasto de una larga y fría noche. Hay que cambiar eso ¿no te parece?
-Una cara… Vi una cara. - Luego volvería a este edificio y luego a saber qué sería de mí. Pero necesito salir de aquí.
-¿Voy a hablar con el psicólogo para que te ayude a expresarlo?
-Vale.
-Marc, tengo una buena noticia; – Parándole por el pasillo – ¿te acuerdas que me han llamado del hospital para decirme que la chica misteriosa había recordado algo?
-Si no ha recordado la cara de su asesino no me interesa. – pasando de largo.
-¡Podría ser el asesino! – Siguiendo plantada donde Marc la había dejado. Marc se paró en seco y se giró hacía ella, encontrándose con su cara de convicción.
-¿Qué haces que todavía no me lo estás contando?
-Ajá. – Se le acercó contenta mientras él se llevaba la taza de café a la boca. Empezaron a andar de camino al laboratorio. – Al parecer cuando recordó una cara también recordó junto a ella mucho dolor, cosa que me hace pensar que esa podría ser la cara del asesino y ese dolor el del golpe que le propinó.
-¿Y como sabemos que no es ella la asesina? – Insistente.
-Marc, por favor… Estaba tan débil que no podría ni haber sujetado a un cachorro…
-¿De verdad te crees eso? ¿O quieres creértelo?
-No entiendo a que viene esa animadversión hacia mi persona. Antes confiabas más en mí.
-Pero sé que cuando ves a un ser más débil se te ablanda el corazón. Lo sé, porque lo he visto. – Haciéndole la típica seña con el dedo corazón y el índice de sus ojos a los de la detective. Ella se rió.
-Vamos, no exageres. Sé que esa chica es sospechosa y que no puede ser completamente inocente. Pero ahora mismo lo está pasando mal y se supone que la tenemos que ayudar… - Marc iba a replicar – para que pueda contarnos todo lo posible de esa noche.
-Eso ya me gusta más. Bien, - Haciendo un chasquido con el dedo – que la vea el psicólogo del hospital inmediatamente. Cuando vayas para allá ya quiero el retrato hecho.
-Muy bien. – Entraron en el laboratorio. – Jack, ¿has conseguido averiguar algo?
-Me han llegado resultados del hospital, los he cotejado, comparado… - Les hizo una señal para que se acercasen a la pantalla. – Y me ha salido esto. – Salieron varios gráficos con datos científicos en la pantalla.
-Traducción. – Exigió Marc.
-La chica tiene unos 17 años… Entre 16 o 17.
-¿Y bien?
-Nada, eso. – Girándose hacía él con la silla.
-¡¿Qué?! ¡Tanto altibajo en esos gráficos ¿tan solo para eso?!
-Va, que era una broma, jefe, no se apure. – Volvió su atención a la pantalla entre risas de la detective Rass, las cuales cesaron cuando el jefe la miró amenazante. – En los análisis se ve claramente que le inyectaron algún tipo de droga en el organismo para que olvidara más fácilmente. Un equipo de psiquiatras de Nueva York descubrió con pruebas con animales que el betabloequeador propanol puede interferir en la forma de almacenar recuerdos. Según algunos investigadores esta droga se le da a la gente que ha sido víctima de estrés postraumático o a sido víctima de un evento violento.
-Eso encaja con la chica misteriosa.
-Pero en los resultados se ve claramente que ese ‘medicamento’ estaba mezclado con otros tipos de drogas.
-¿Qué clase de drogas? Parece mentira que te lo tenga que preguntar. – Poniéndose nervioso.
-No lo sé. El organismo las ha disuelto todas, al buscar este ‘medicamento’ me he cargado todo lo demás. No tengo suficiente como para seguir haciendo pruebas. Lo único que he podido sacar es esto. – Marc inspiró hondo, intentando no perder los nervios.
-¿Algo sobre la camiseta?
-Sigo buscando más ADN del dueño.
-A ver si logras encontrarlo antes de que acabe el siglo, a este paso ya ni se acordará del momento en que le prestó una camiseta a una simple chica. – Saliendo del laboratorio.
-¿Y tu como vas con la búsqueda, Noa? – Sin perder la sonrisa de la cara a pesar de los comentarios del jefe.
-No muy bien… Hasta luego, Jack. – Al contrario que Rass. Jack le hizo un gesto de adiós con la cabeza y Rass salió del laboratorio, pero no fue detrás de su jefe.
-¿Cómo se encuentra? – Le preguntó a la enfermera.
-Va haciendo progresos. Ahora está con el psicólogo del hospital, pero hoy ha conseguido comer un panecillo, los otros nutrientes se los damos por vía intravenosa. Cuando salga el médico le contará como ha ido la sesión, puede esperar en la nueva habitación de la chica.
-Veo que han hecho caso a mi petición de que la trasladasen a la zona para jóvenes.
-Las decisiones de la policía las cumplimos a rajatabla siempre y cuando nos parezcan provechosas para el paciente. – Contestó la enfermera, tenía una expresión agradable.
-Mi objetivo es hacerle ver a esa chica que la vida no es tan horrorosa como lo que ha vivido hasta ahora… ¿Cuando salga de la sesión me la podré llevar a dar un paseo ahora que todavía hay algo de luz? Le he traído algo de ropa. – Alzando una bolsa que llevaba en la mano.
-Eso lo tendrá que hablar con su doctor, yo no lo sé.
-Está bien, gracias. Entonces la esperaré en su habitación. – Le sonó el busca a la enfermera de expresión agradable.
-Perdone que no la acompañe, es la 203. Está en la segunda planta, que es donde tenemos a los menores.
-Gracias. – sonriente y yendo para allá.
Entré en la habitación y vi a Rass sentada en ese sofá.
-¿Ya está? ¿Cómo ha ido? – Se levantó el ver entrar al doctor detrás de mí. Yo me fui directa a la cama y me senté, sin mirarla.
-Ha dibujado esto. – Alzando un cuaderno.
-Vaya… - Lo agarró mientras se lo quedaba mirando, como si le deslumbrara. – Ella… ¿Ella ha dibujado esto?
-Sí, extraordinario, ¿no le parece? – Los dos se miraban el cuadro como si fuera algo imposible de hacer. - Fíjese en los detalles, el pelo, los labios,… Los ojos. Por lo que expresa el dibujo, se puede ver que esos ojos tienen una gran influencia en ella, es lo que más ha resaltado sin darse cuenta.
-¿Es una mujer? – El médico negó con la cabeza.
-Es un hombre. No será difícil encontrarle.
-Eso espero, gracias. ¿Me quedo el dibujo?
-Sí, quédeselo, lo necesitará para identificarle. – Se fue hacia la puerta. – Oye, - Deducí que se refería a mí, porque no había nombrado ningún nombre. Ya empezaba a pensar que me llamaba ‘Oye’. – Nos vemos mañana. – Y salió con una sonrisa en los labios. Rass se giró hacia mí, todavía fascinada por el dibujo.
-Lo prometido. – Le dije. – Sácame de aquí. – Me sonrió, como diciendo ‘Por supuesto’.
Porque aunque fuera un juguete roto y vacío por dentro no quería decir que no necesitara volver a sentirme bien como un ser humano.
-Tuvo una crisis anoche… Lleva así desde que pasó. – Rass se me quedó mirando desde el otro lado del cristal. Me habían cambiado de habitación; ahora estaba en una mucho más fría, con tan solo una cama y en la que había toda una pared que era un enorme cristal. Todo para tenerme vigilada. – Pero eso significa que recordó algo. Cuando la anestesiamos no paraba de chillarle a alguien.
-Es normal, había un montón de personas sujetándola. Se debió de asustar.
-Le chillaba a alguien que no estaba allí. A parte de eso… Sabemos que ya puede hablar. – La detective permaneció en silencio, observando cómo le daba la espalda. Había pasado, desde que me desperté de la anestesia, toda la noche en la misma posición, dándole la espalda a ese cristal que tanto me incomodaba. - ¿Quiere pasar? – Asintió con la cabeza convencida.
Oí la puerta cerrarse poco a poco y unos pasos que se acercaban a mi lentamente. Cada sonido del zapato golpeando ese ruidoso suelo se expandía por toda la habitación, haciendo que se me pusiera la carne de gallina.
-Me han dicho que lo que ha pasado…
-¿Quieres que te cuente lo que he visto? – Estaba convencida que solo me quería por eso, para averiguar quién había matado a esas personas, sin importarle lo que yo pudiera sufrir. Pero, al fin y al cabo, seguía siendo un juguete vacío.
-No, si tú no quieres. Sé que lo has pasado mal y no quiero volver a hacerte pasar por lo mismo. - ¿A sí? Nadie lo diría. Aún a sabiendas de que no recordaba nada seguía bombardeándome con preguntas que no entendía. Pues si no sentía la necesidad de saberlo no pensaba contárselo.
No quiero volver a recordar esa cara, lo que me hizo sufrir, lo que me hizo sentir. No sé que fue eso… ¿Un sentimiento? Pues no quiero sentir nada más. Quiero seguir vacía, como tengo la sensación de que siempre he estado.
-Ahora no me lo vas a decir… - Con una sonrisa, sabía que no le iba a decir nada. Negué con la cabeza, sin apartar la mirada del frente. Tenía la mirada perdida, como de costumbre; no sabía a dónde mirar.
El colchón de la cama se hundió a unos centímetros de mí. – Oye, escucha. No sé lo que se siente al no recordar nada… No tengo ni idea, eso solo lo sabes tú y no me puedo ni llegar ni a imaginar cómo debes sentirte ahora mismo. – No siento nada – Pero ¿no quieres ni recordar tu nombre?, ¿no quieres recordar a tus padres?
-No, ¿eso es malo? – No sé lo que es bueno y lo que no lo es…
-No, pero es triste. – No me afectaron sus palabras. – Podríamos ayudarte a recordar más cosas si quisieras…
-Esta noche he recordado y no me ha gustado. – Me había horrorizado.
-Pero ¿no te sientes mejor al saber, aunque tan solo sea una pizca, de tu vida? – Puede.
Cuando recordé me dolió. Yo interpreto eso como si mi vida fuera todo sufrimiento, dolor, miedo… Y eso que no tengo claro que significan esas palabras. Aunque esa cara fuera pacifica no me gustó recordarla, porque a la vez de sumisa era amenazante. Era una persona. Algo me pasó con esa persona que no me gustó nada. Puede ser eso ¿no? Es mi manera de verlo, aunque igual me equivoco. ¿Pero que sentí? ¿De golpe lo que en toda una vida me hizo sufrir? Me dolió cada centímetro de mi cuerpo… ¿Y si esa persona fuera…? ¿Y si fuera quien me borró la memoria? Igual sentí lo que sentí cuando me borró la memoria o intentó matarme.
No recuerdo nada de la vida en si misma… Pero se me hace difícil de creer que haya seres humanos que puedan matar a otros seres humanos. Aunque supongo que, después de todo, hay cosas peores que la muerte… Que te traten como a un objeto, un juguete, una marioneta a la que usar cuando quieres…
-Si te duele contarlo… - Me sacó de mis pensamientos. – ¿podrías dibujar eso que has visto? – La miré por primera vez desde que entró en esa habitación.
-Quiero salir de esta habitación.
-De acuerdo. ¿Qué viste? – Insistente. ¿Quería salir de esas cuatro, tres paredes y un cristal? Sí. ¿Quería hacer públicos mis pensamientos? No. Y menos a esa clase de gente, que solo les interesa una parte de este caso. La parte que incumbe a las víctimas de asesinato. En cuanto a los que salen heridos; tan solo les importa la información que pueden darles. – Si me lo dices o consigues dibujarlo, no tan solo te sacaré de esta habitación. Te llevaré fuera. No debes de recordar como es el mundo de día, tan solo tienes un recuerdo nefasto de una larga y fría noche. Hay que cambiar eso ¿no te parece?
-Una cara… Vi una cara. - Luego volvería a este edificio y luego a saber qué sería de mí. Pero necesito salir de aquí.
-¿Voy a hablar con el psicólogo para que te ayude a expresarlo?
-Vale.
-Marc, tengo una buena noticia; – Parándole por el pasillo – ¿te acuerdas que me han llamado del hospital para decirme que la chica misteriosa había recordado algo?
-Si no ha recordado la cara de su asesino no me interesa. – pasando de largo.
-¡Podría ser el asesino! – Siguiendo plantada donde Marc la había dejado. Marc se paró en seco y se giró hacía ella, encontrándose con su cara de convicción.
-¿Qué haces que todavía no me lo estás contando?
-Ajá. – Se le acercó contenta mientras él se llevaba la taza de café a la boca. Empezaron a andar de camino al laboratorio. – Al parecer cuando recordó una cara también recordó junto a ella mucho dolor, cosa que me hace pensar que esa podría ser la cara del asesino y ese dolor el del golpe que le propinó.
-¿Y como sabemos que no es ella la asesina? – Insistente.
-Marc, por favor… Estaba tan débil que no podría ni haber sujetado a un cachorro…
-¿De verdad te crees eso? ¿O quieres creértelo?
-No entiendo a que viene esa animadversión hacia mi persona. Antes confiabas más en mí.
-Pero sé que cuando ves a un ser más débil se te ablanda el corazón. Lo sé, porque lo he visto. – Haciéndole la típica seña con el dedo corazón y el índice de sus ojos a los de la detective. Ella se rió.
-Vamos, no exageres. Sé que esa chica es sospechosa y que no puede ser completamente inocente. Pero ahora mismo lo está pasando mal y se supone que la tenemos que ayudar… - Marc iba a replicar – para que pueda contarnos todo lo posible de esa noche.
-Eso ya me gusta más. Bien, - Haciendo un chasquido con el dedo – que la vea el psicólogo del hospital inmediatamente. Cuando vayas para allá ya quiero el retrato hecho.
-Muy bien. – Entraron en el laboratorio. – Jack, ¿has conseguido averiguar algo?
-Me han llegado resultados del hospital, los he cotejado, comparado… - Les hizo una señal para que se acercasen a la pantalla. – Y me ha salido esto. – Salieron varios gráficos con datos científicos en la pantalla.
-Traducción. – Exigió Marc.
-La chica tiene unos 17 años… Entre 16 o 17.
-¿Y bien?
-Nada, eso. – Girándose hacía él con la silla.
-¡¿Qué?! ¡Tanto altibajo en esos gráficos ¿tan solo para eso?!
-Va, que era una broma, jefe, no se apure. – Volvió su atención a la pantalla entre risas de la detective Rass, las cuales cesaron cuando el jefe la miró amenazante. – En los análisis se ve claramente que le inyectaron algún tipo de droga en el organismo para que olvidara más fácilmente. Un equipo de psiquiatras de Nueva York descubrió con pruebas con animales que el betabloequeador propanol puede interferir en la forma de almacenar recuerdos. Según algunos investigadores esta droga se le da a la gente que ha sido víctima de estrés postraumático o a sido víctima de un evento violento.
-Eso encaja con la chica misteriosa.
-Pero en los resultados se ve claramente que ese ‘medicamento’ estaba mezclado con otros tipos de drogas.
-¿Qué clase de drogas? Parece mentira que te lo tenga que preguntar. – Poniéndose nervioso.
-No lo sé. El organismo las ha disuelto todas, al buscar este ‘medicamento’ me he cargado todo lo demás. No tengo suficiente como para seguir haciendo pruebas. Lo único que he podido sacar es esto. – Marc inspiró hondo, intentando no perder los nervios.
-¿Algo sobre la camiseta?
-Sigo buscando más ADN del dueño.
-A ver si logras encontrarlo antes de que acabe el siglo, a este paso ya ni se acordará del momento en que le prestó una camiseta a una simple chica. – Saliendo del laboratorio.
-¿Y tu como vas con la búsqueda, Noa? – Sin perder la sonrisa de la cara a pesar de los comentarios del jefe.
-No muy bien… Hasta luego, Jack. – Al contrario que Rass. Jack le hizo un gesto de adiós con la cabeza y Rass salió del laboratorio, pero no fue detrás de su jefe.
-¿Cómo se encuentra? – Le preguntó a la enfermera.
-Va haciendo progresos. Ahora está con el psicólogo del hospital, pero hoy ha conseguido comer un panecillo, los otros nutrientes se los damos por vía intravenosa. Cuando salga el médico le contará como ha ido la sesión, puede esperar en la nueva habitación de la chica.
-Veo que han hecho caso a mi petición de que la trasladasen a la zona para jóvenes.
-Las decisiones de la policía las cumplimos a rajatabla siempre y cuando nos parezcan provechosas para el paciente. – Contestó la enfermera, tenía una expresión agradable.
-Mi objetivo es hacerle ver a esa chica que la vida no es tan horrorosa como lo que ha vivido hasta ahora… ¿Cuando salga de la sesión me la podré llevar a dar un paseo ahora que todavía hay algo de luz? Le he traído algo de ropa. – Alzando una bolsa que llevaba en la mano.
-Eso lo tendrá que hablar con su doctor, yo no lo sé.
-Está bien, gracias. Entonces la esperaré en su habitación. – Le sonó el busca a la enfermera de expresión agradable.
-Perdone que no la acompañe, es la 203. Está en la segunda planta, que es donde tenemos a los menores.
-Gracias. – sonriente y yendo para allá.
Entré en la habitación y vi a Rass sentada en ese sofá.
-¿Ya está? ¿Cómo ha ido? – Se levantó el ver entrar al doctor detrás de mí. Yo me fui directa a la cama y me senté, sin mirarla.

-Ha dibujado esto. – Alzando un cuaderno.
-Vaya… - Lo agarró mientras se lo quedaba mirando, como si le deslumbrara. – Ella… ¿Ella ha dibujado esto?
-Sí, extraordinario, ¿no le parece? – Los dos se miraban el cuadro como si fuera algo imposible de hacer. - Fíjese en los detalles, el pelo, los labios,… Los ojos. Por lo que expresa el dibujo, se puede ver que esos ojos tienen una gran influencia en ella, es lo que más ha resaltado sin darse cuenta.
-¿Es una mujer? – El médico negó con la cabeza.
-Es un hombre. No será difícil encontrarle.
-Eso espero, gracias. ¿Me quedo el dibujo?
-Sí, quédeselo, lo necesitará para identificarle. – Se fue hacia la puerta. – Oye, - Deducí que se refería a mí, porque no había nombrado ningún nombre. Ya empezaba a pensar que me llamaba ‘Oye’. – Nos vemos mañana. – Y salió con una sonrisa en los labios. Rass se giró hacia mí, todavía fascinada por el dibujo.
-Lo prometido. – Le dije. – Sácame de aquí. – Me sonrió, como diciendo ‘Por supuesto’.
Porque aunque fuera un juguete roto y vacío por dentro no quería decir que no necesitara volver a sentirme bien como un ser humano.
Continuará.