Capitulo 14


i’ll never fight again and this is how it ends

Al día siguiente tuve la primera visita a consulta. La típica revisión para ver si sigues tan mal como el primer día o has ido a peor.

Me recetaron pastillas, me las tendría que comer con cada comida. Le prometí a Tom que no me moriría del hambre así que he seguido comiendo. Poco, pero como. No me hace ninguna gracia tomarme eso, encima son enormes y la primera que tomé se me quedó en la garganta porque intenté tragármela casi sin beber agua. Pero aunque te las tragues rápidamente dejan muy mal sabor de boca.

Tampoco me siento distinta. Sigo igual. Con ganas de irme, con la sensación de que están todos locos y yendo descalza por todas partes. Cosa que tampoco me han dicho a que se debe.

Tres días son los que llevo ya aquí, contando hoy cuatro y me siento como si hubiesen pasado ocho meses. No tengo nada que hacer en todo el día y tampoco me apetece. Doy vueltas, cruzo pasillos de punta a punta, subo y bajo escaleras. Y cuando veo a Mike me voy. Es tranquilo, pero en mi opinión habla mucho. No, eso tampoco. Me da rabia que hable de esa manera tan calmada, no muestra emoción alguna y siempre tiene una media sonrisa en la cara que no sé muy bien lo que transmite. Confianza o temor. No lo sé.
Directamente no me cae bien, me parece que no es trigo limpio.


Me pasé la mano por el pelo, pero de lo enredado que estaba en lugar de acariciar, tiré. No me había peinado ni una sola vez, tan solo con las manos y por encima. No sé por qué no me peinaba, simplemente no tenía ganas. ¿Para qué? ¿Para estar presentable en toda esta gente? Ni hablar.

Volví a salir al jardín. Me pasaba el día allí, al menos no me sentía como una prisionera.
El sol pegaba fuerte hoy. Puse mi mano en mi frente y me cubrí un poco a medida que paseaba por allí. A lo lejos me pareció ver una melena rubia… Me estremecí. Esa era Roxy. Estaba cerca de la fuente y yo quería ir allí. Pensé que si pasaba por al lado sin mirarla ni mostrarle atención no pasaría nada. Y así hice, no me dijo nada. Me fijé que se estaba peinando su larga melena, con el sol hasta dolía mirársela, hacia muchos reflejos.

-Ciento treinta y tres, ciento treinta y cuatro, ciento treinta y cinco,… - La oí murmurar cuando pasé a su lado. Contaba cada cepillado. Para mantenerla tan lisa y bien peinada se debía de pasar horas. Comparé mentalmente mi pelo con el suyo… Ni punto de comparación. El mío de un negro que parecía sucio, encrespado y los mechones enredados entre ellos. Eso me hacía parecer una de ellos, no sé por qué, simplemente lo sentía. Tampoco sé por qué tenía esta fobia tan exagerada, simplemente la tenía.

Me senté a los pies de la fuente, como siempre. Siempre en el mismo sitio, ni muy cerca ni muy lejos de nadie.

-Blair… Cuanto tiempo. – Excepto de él, que siempre estoy demasiado cerca y no lo bastante lejos. – Tuviste una visita ¿no?

-¿Me sigues vigilando?

-Simplemente para que no te pase nada metida aquí dentro… - No le contesté. – Vi a tu amigo, el otro día. – Tom. Se llama Tom y a mí me da igual que le hayas visto. – A él sí que le hiciste caso en el tema de comer.

-Claro, es mi amigo. – El asintió levemente con la cabeza. – Se preocupa por mí.

-Los que estamos aquí dentro no tenemos a nadie que se preocupe por nosotros. – Le miré por el rabillo del ojo. No pude evitar defender a Tom.

-Él me lo dijo y yo le creo. – Más que a ti seguro.

-¿Entonces por qué no te llevó con él? ¿Por qué no te sacó de aquí si tan solo con verte se nota que lo estás pasando mal? Y, lo más importante, ¿por qué no ha vuelto? – Esas preguntas me atravesaron.

-Estará… ocupado. – Quería creerme eso. Con esas palabras Mike quería hacerme sentir que estaba sola, pero Tom me había dicho que no lo estaba. No me había parado a pensar en ningún momento que el que no hubiera vuelto a verme fuera algo malo, no tendría tiempo, estaría trabajando o lejos. No le veía ningún inconveniente y lo entendía, pero ahora con esas preguntas…

-Pero si te quiere tanto como te dijo debería de sacar tiempo. Eres más importante tu ¿no? – No… A Tom le importo. – Igual te lo dijo para no cargársele en la conciencia tu encierro aquí. – Eso no es verdad. No lo es. – Asúmelo, Blair, si nadie te ha sacado todavía quiere decir que nadie se preocupa por ti, pero yo…

-¡YA ESTÁ BIEN, CALLATE YA! – Exploté. Mis palabras resonaron por todo el jardín y se hizo el silencio. – Tú no le conoces, no te atrevas a hablar así de él delante de mi ¿ESTÁ CLARO?

-¿Y tú sí? Si ni siquiera recuerdas haberle conocido. - ¿Cómo sabía eso? – Estuve escuchando. – Respondió antes mi mueca.

-No quiero que te me acerques, olvídate de mí.

-A ti se te haría más fácil, supongo… - Me insinuó atacándome con lo de mi amnesia. Eso ya no lo soporté.

¡PLAF!

Le di tal bofetada que le giré la cara. Mis dedos quedaron unos instantes marcados en su mejilla, hasta que a los pocos segundos ya la tenía toda completamente roja. Se la acarició y me miró a los ojos. Los suyos seguían igual, pacíficos y fríos. No tenía intención de devolverme el golpe. Yo rebosaba de ira.

Me agarraron del brazo un par de hombres.

-Eh, quieta, fiera. – Me empezaron a arrastrar, en ese momento todo volvió a la normalidad. No forcejeé, me dejé llevar. Mi mirada siguió clavada en Mike hasta que me entraron en el interior del edificio, al igual que él.


Me encerraron en ese cuartucho que tenía por habitación, con llave, y me dijeron que esperara a la señora Doyle, que quería hablar conmigo.

Tardaba bastante, así que me tumbé en la cama y me quedé mirando al techo.





-Hola, Blair. – Oí una suave voz que me hizo despertar. Me había quedado dormida. Era Doyle. Cogió una silla y se puso delante de mí, al ver que estaba dispuesta a hablar me senté frente a ella. - ¿Qué ha pasado en el jardín?

-Nada.

-Eso no es lo que me han contado, Blair… ¿Por qué le has pegado a Mike?

-Porque ha hablado de cosas que no sabe.

-Tienes que entender que la gente de aquí no es consciente de que sus palabras, sus gestos, sus reacciones puedan herir a alguien. Igual Mike no sabía lo que decía.

-Sabía perfectamente lo que decía.

-¿Cómo lo sabes? – Entendía que tendría que hablar para que lo viera como yo.

-Me tiene controlada desde que vine aquí. Cuando vino a visitarme un amigo mío nos espió y ahora me dice que si él de verdad me quisiera me hubiera sacado de aquí. Me ha dicho de mil formas diferentes que no le importo a nadie y no ha mostrado ni la más mínima emoción. – Doyle suspiró.

-Blair… Mike siente esa necesidad de controlarlo todo por los problemas que tuvo en su infancia.

-Yo también tengo problemas y, antes de irme de la lengua, me quedo callada.

-Pero antes no te has quedado tal como tú dices, le has pegado.

-Y lo volvería a hacer si hiciera falta. – Me defendí. Mike se había pasado, por muchos traumas y experiencias desagradables que hubiera tenido… Deseaba que desapareciera.

-Pero, Blair…

-Mire, a mi me da igual. – La corté, no quería escuchar más defensas. – Si Mike me vuelve a hablar volveré a hacer lo mismo y no me arrepentiré, así que si no quiere que sufra dígale que se mantenga a diez metros de mí como mínimo. No quiero tener nada con él. – Ella volvió a suspirar.

-Está bien… - Bajó la mirada unos momentos. Yo la mantuve fija en ella. – Pero que te quede claro algo, no puedes juzgar a la gente por algo tan simple como lo que ha pasado hoy, y menos a la que se aloja aquí. Todos tenemos problemas, Blair, y yo a Mike le pienso ayudar. Pero a ti, si sigues por este camino, no podré hacerlo y tampoco me apetecerá. – Se puso borde.

-No quiero su ayuda. Tampoco me serviría. – Me defendí.

-¿Quieres decirme algo más que no sea insultar al pobre Mike?

-Muérase. – No me corté un pelo. Doyle frunció el ceño y al salir volvió a encerrarme. Oí el sonido de la llave.

Agarré una almohada y me aplasté la cara con ella. Chillé. Volví a tumbarme bruscamente sobre la cama, dejando la almohada encima de mí.


Esas palabras de Mike… No eran verdad, sé que no son verdad. Creo antes a Tom que a él. Tendrá trabajo, no puede estar todo el día conmigo y Bill tampoco. No les culpo porque ahora mismo no estén aquí, no culpo a Tom por no sacarme de aquí. Ninguno puede hacer nada. No lo puedo hacer yo, lo van a hacer ellos.
¿Quiero salir? Sí, pero no les exijo nada. Son las únicas personas con las que he sentido algo de conexión, así que me creo que en el pasado nos conociéramos, incluso que nos importásemos mutuamente. Fueron los únicos a los que recordé. No puedo empezar desconfiando de la primera persona que me dice que no estoy sola, porque sino acabaré estándolo de verdad. Tengo que fiarme de ellos, quiero hacerlo y no por lo que diga Mike voy a cambiar de parecer.





Para cuando quise darme cuenta se había hecho de noche. Seguía encerrada o eso pensaba. Alargué la vista y miré el reloj que estaba colgado en la pared. 21:00h. La hora de la cena. Me incorporé, al hacerlo me dolió la cabeza. Me apreté la frente hasta que cesó, cosa que sucedió en un par de minutos. Fui hacia la puerta, agarré el pomo y tiré de ella. Nada. Así mismo repetidas veces. Me habían dejado encerrada. Fui poniéndome cada vez más nerviosa, necesitaba sacar de alguna forma todo el odio que llevaba dentro y esa maldita puerta me dio una razón. Le propiné una fuerte patada y el reloj de la pared tembló. Le di otra, soltando un pequeño gemido. Si la tiraba abajo mejor. Me poyé en ella de espaldas con brusquedad, fracasando en mi intento de salir. Le di un codazo, pero solo conseguí hacerme daño yo. Era raro que nadie oyera los golpes.
Observé mi habitación con ansias de encontrar algo que romper. Mi vista quedó clavada en la ventana. Me acerqué rápidamente y la abrí y miré hacia abajo. Cuarto o quinto piso. A unos tres metros más abajo había una repisa.

Arranqué las cortinas de un solo tiro, dejando caer sobre mi cama sus agarres. Las rompí y las até. Creando una larga cuerda. Ahora me faltaba un sitio donde atarlas para poder bajar. Finalmente las até al cabezal de la cama, pero coloqué una mesa de tal manera que hiciera de contra peso, impidiendo que la cama se moviera cuando yo estuviese fuera. Eché las cortinas. No tenía nada que perder y, sin pensármelo, empecé a bajar. Al llegar al final de la ‘cuerda’ todavía faltaba un poco bastante para llegar a la repisa. No se me ocurrió nada más que saltar. Caí en ella, pero golpeándome contra el cristal de la ventana de la susodicha. Un fuerte golpe y los pies al caer se me resintieron mucho, al igual que los tobillos. En cuanto alivió el dolor miré hacia abajo y pensé en alguna forma de bajar. Miré hacia la habitación y vi que había sabanas y cortinas. Golpeé el cristal con el codo, el cual quedó herido, y abrí el cerrojo. Al entrar hice lo mismo que en la mía.

Cuando ya tenía todos los nudos hechos oí que alguien iba a entrar. Corrí hacia la ventana huyendo.

-¡Eh! – Me agarró cuando ya tenía un pie fuera. Me agarré a las puertas de la ventana. - ¡Suéltate! – Tiró de mi más fuerte y mis dedos fallaron. Nos caímos los dos al suelo. Me levanté lo más rápido y vi que el que me había agarrado era Mike. – ¡Blair, espera, no te vayas! – Todavía en el suelo. Iba a llamar a algún enfermero así que al fastidiarme el plan salí corriendo, pero esta vez por la puerta.
Al girar por el pasillo paré en seco. Había enfermeros. Si te veían correr iban detrás de ti. Pasé a paso rápido por su lado, sabiendo que Mike me seguiría. En efecto, al empezar a bajar las escaleras le oí chillar mi nombre y me decía que parara. Seguí bajando las escaleras, pero él ya me había visto. De repente tenía miedo de Mike. Llegué a la planta baja y oía sus pasos acelerados bajar cada eslabón. No fui hacia el pasillo de la derecha, hacía ahí iría él. Corrí un poco y entré en la primera habitación del pasillo de la izquierda. La cerré y puse la oreja en silencio. Oí sus pies golpear el suelo de mármol y alejarse.

No sabía en qué clase de habitación me había metido. Palpé la pared de al lado de la puerta hasta que encontré el interruptor. Encendí la luz y era una sala llena de muebles con cajones. De repente sentí al necesidad de mirar que había en estos cajones. Abrí uno de los que tenía más cerca. Carpetas. Abrí otro y todo eran carpetas etiquetadas por nombres.


¿Estaré yo?


Me fijé en esos nombres.
Gladys, Grace, Gregory…
Tenía que encontrar la B.
Seguí buscando… La E,… Abrí otro cajón y en ese mismo habían dos de la D y los demás de la C. En uno de los próximos tendría que estar yo.
No sé porqué me puse a curiosear, perfectamente podrían ser los currículos o contratos de los trabajadores, pero no paré a pensar en eso.

Bridget, Brandon, Brad, Boris, Blake, Blair.

Agarré el último, era la única Blair que había según esto. Abrí la carpeta, estaba medio vacía comparándola con otras que había visto. No entendía esas fichas. La abrí boca abajo, dejando las hojas sobre el suelo. Me arrodillé y empecé a buscar. Quería saber que opinaban sobre mí, cuando saldría de este sitio…
Encontré mi ficha, la que me rellenaron al entrar. Ahí estaba mi nombre, mi supuesta edad, los señores Waldorf como tutores pero entre paréntesis el doctor German.
Eso no me servía.
Empecé a buscar por los demás papeles. Hasta que uno me llamó la atención.


Observaciones:
Comportamiento agresivo depresivo. Riesgo de ataques psicóticos nocturnos de grado 1. Amnesia prolongada. (…)

Estancia:
Indefinida.



¿Indefinida? El doctor me dijo poco tiempo. ¿Qué significa esto?





Salí fuera después de haberlo guardado todo, ¿en su sitio? Eso ya no lo tenía tan claro. Ni me molesté en averiguar si Mike seguía cerca, me daba igual. Unos días le puedo evitar, pero no indefinidamente. Salí de ese pasillo antes de que alguien me viera. Era la primera vez que no sabía a dónde ir. En el jardín había demasiado ruido, en mi habitación demasiado silencio. Quería compañía, pero no cualquier compañía.

-Blair. – Oí una voz a mis espaldas y empecé a rezar para que no fuera quien yo creía. - ¿Cómo estás? – Sí, era German. No quería hablar con él. Ignoré su llamada y empecé a andar, como de costumbre, no sabía a dónde iba, tan solo a dar una vuelta por ese temeroso lugar. - ¡Espera, Blair…! – Fue detrás de mí. Empecé a correr sin girarme. Busqué algún lugar para esconderme, hubiese estado bien un baúl en el que meterme dentro como si fuera un juguete.
Continuará.
NOTA: siento no haber subido capitulo esta semana pasada, pero es que la tenía llena de examenes y no había podido escribir nada S: