Capitulo 15


he’s a warm breeze breathing life into me


Esta enorme y temerosa casa está en un remoto lugar. Supongo que en alguna ciudad perdida o en algún lugar perdido de dicha ciudad. Yo soy una chica metida en esta casa. Puede resultar como un cuento, imaginarme como una muñeca con una cara graciosa de porcelana. En eso me parezco, pienso cosas que nunca podré decir y por lo tanto nadie escuchará. No sé de qué se trata todo esto, no soy lo bastante fuerte para llegar a entenderlo pero está quemando todo mi mundo como si fueran palabras escritas en un papel. No soy lo bastante fuerte para afrontar mis dudas, si me las contestara alguien no lo asimilaría. Lo siento, se huele en el aire. Este sitio está enfermo. Sentiré ese dolor hasta que mate todo lo demás, me gusta sentirlo porque así averiguo que sigo viva. Esto no es el infierno. Es peor.


Acababa de meterme en mi habitación nada más perder a German de los talones.
Me encerré en el armario. Así si entraba a mirar no me vería. Me parecía ridículo mi comportamiento, pero desde que había entrado en ese sitio todo era inmoral por mi parte. Ese lugar me estaba absorbiendo en cuerpo y alma, deshaciéndome todos los esquemas que ya me había montado en mi cabeza. Tergiversándolos y confundiéndome.
Supongo que una vez llegué a sonreír. Sí, seguro que lo hice. Si estuve con Bill seguro que sonreí más de una vez y de verdad, no de esas sonrisas felices llenas de mentiras que tan solo ocultan hipocresía y falsedad.
¿Qué estaría haciendo Bill en ese momento?
No pasaba un solo día sin que me lo preguntara.
¿Pensaría en mí?
Esto era la primera vez que me lo preguntaba. Y yo misma tenía la respuesta, pero no quería ni pensarla.

La puerta del armario se abrió.

-Blair, tienes visita. – Otro enfermero. Ya sabía que el doctor estaba aquí, estúpido. – Venga. – Me encogí. – Vamos, Blair… - Me rogó agarrándome y sujetándome en brazos. Al cerrar la puerta del armario me dejó sobre el suelo otra vez. No hice fuerza con los pies y caí de culo al suelo. No quería moverme, no quería verle otra vez. Sabía que al quedarme en el suelo no solucionaba nada, él mismo podía venir a verme a mi habitación o, simplemente, el enfermero llevarme él mismo. Había adelgazado y parecía huesos y piel. – No te hagas de rogar, nena. – Volvió a agarrarme, esta vez de las manos y tiró de mí hacia arriba. En menos de un segundo ya me puso en pie. No quería volver a caerme así que obedecí. – Vamos… - Me dio una pequeña palmada en la espalda y me hizo andar. – Te está esperando en el vestíbulo.





By Bill

Miré la hora.
¿Por qué tardaban tanto en buscarla?
Empezaba a impacientarme, este sitio no me transmitía buenas sensaciones. Me sentía incomodo y todavía me hacía sentirme peor el pensar que Blair se pasaba el día con esa gente. Ella no estaba loca, simplemente confusa. Y metiéndola aquí dentro todavía la confundirán más o incluso conseguirán trastornarla como los demás que están aquí.

-Bill… - La oí susurrar mi nombre. Elevé la cabeza de inmediato y la vi a unos pocos metros de mí con un gran hombre vestido de blanco a su lado. Llevaba el pelo muy enredado, aunque seguía teniendo su liso. Unos mechones le tapaban media cara. Estaba muy pálida y parecía que se pudiera desplomar sobre el suelo en cualquier momento. No me dio tiempo a reaccionar y ya tenía a Blair entre mis brazos. Me agarraba con fuerza. La abracé, la abracé lo más que pude. No té su cuerpo muy delgado comparado con la ultima vez.

-¡Blair! – Un hombre con americana se acercaba por un pasillo corriendo hacia nosotros. Blair reaccionó dándose la vuelta alterada y se puso detrás de mí. No entendí eso. – Por fin te encuentro, pequeña. – Blair me agarró de la camiseta.

-Perdone, usted es… - Le corté.

-Soy el doctor German. Traté a Blair en el hospital en el que estuvo ingresada. – Se acercó más y me tendió la mano. Se la di.

-Yo soy Bill. – No me dijo su apellido, yo tampoco el mío. – Disculpe, pero parece que Blair no quiere saber nada de usted.

-Lo sé. Está enfadada conmigo. Le mentí y me arrepiento.

-¿Qué fue lo que le dijo? – Tenía curiosidad, porque Blair parecía que hasta le temiera.

-Que solo se pasaría unos pocos días aquí. – Contestó.

-Así que es usted el que la metió aquí dentro… - Deducí. Tan solo simplemente por eso ya le tenía asco. Ni siquiera nos avisó. Tom lo averiguó, Dios sabe cómo. Siendo él seguro que con sobornos y amenazas varias.

-Lo hice por su…

-Bien. – Terminé su frase.

-Usted lo ha dicho. Los médicos quieren hacerle unas pruebas y quieren que yo esté presente. – Miró a Blair. – Tenemos que irnos. – Salió de detrás de mí, pero se quedó a mi lado.

-No, no quiero. – Le respondió.

-Blair… - La amenazó con el tono de voz. Rozó mi mano con la suya y me la agarró suavemente mientras permanecía inmóvil. La miré, algo sorprendido. Sentí que confiaba verdaderamente en mi y en ese momento necesitaba mi ayuda.

-Oiga, ahora he venido yo de visita. Ya le harán esas pruebas luego, quiero estar un rato con ella. – Ese hombre se lo pensó unos instantes.

-Está bien… Pero luego que venga a buscarme. Estaré por esta planta. – Le hizo un saludo a Blair con la mano y se fue hacia el jardín. Me volví hacia Blair y ella de repente hacia mí.

-Billporfavornodejesquemehaganesaspruebasnoquieroporfavor. – Me suplicó casi sin vocalizar,, los labios le temblaban. Estaba aterrada.

-Eh, Eh… - La volví a abrazar. Hasta temblaba.

-Por favor, no te vayas… - Me agarró.

-Tranquila, no te harán esas pruebas. – La tranquilicé. No sabía que le habían hecho en ese sitio y tampoco quería saberlo, no entendía cómo podían haberla asustado tanto.

-Pero luego te irás y me las harán… No quiero tomarme más pastillas… No me siento bien, no tengo ganas de hacer nada… No quiero seguir sintiéndome así.

-No vas a tener que hacerlo, cálmate.

-Pero… - Se quejó.

-Me voy a ir, sí. Pero tú vendrás conmigo. – Afirmé. Pensaba llevármela lo más rápido posible de ese lugar. Poco a poco se fue calmando.

-¿De verdad? – Preguntó. – No hace falta que me lo digas tan solo para que me calle… Pero no me mientas, contigo no sé si lo soportaría. - Me rogó.

-No te estoy mintiendo. Pienso sacarte de aquí. – Se separó un poco de mí.

-Pero ¿Cómo lo harás? German me ha metido aquí y solo él me puede sacar. O al menos algo así ponía en esos papeles…

-Llamando a alguien con don de gentes. – Nótese la ironía. Saqué el móvil de mi bolsillo y empecé a buscar en la agenda. Encontré su número, me puse el teléfono en la oreja y empecé a oír los tonos.

-¿Pero… quién? – Descolgó.

-Tom, ¿estás ocupado? – Le guiñé un ojo a Blair. Ella me sonrió un poco más tranquila y suspiró de alivio.





By Blair

Bill me dijo que fuera a mi habitación y que me cambiara, que hoy mismo saldría de aquí. Así hice, subí sin llamar la atención de nadie, fui discreta. Al llegar cerré la puerta y abrí el armario. Ahí estaba la ropa con la que había llegado el primer día. Me la puse y dejé ese “pijama” que llevaba puesto encima de la cama. Antes de irme, entré en el baño.

Me miré al espejo de arriba abajo. Me daba asco. Aunque hubiera cambiado de ropa seguía con la misma cara de sueño y de desprecio que veía cada día, aunque sabía que me iba y estaba feliz, ya tenía la enfermedad que invadía ese sitio. La locura.
Abrí el grifo y me lavé la cara con agua extremadamente fría. Ningún cambio.
Agarré el peine que estaba a un lado del lavabo. No lo había tocado desde que estaba en esa habitación. Intenté separarme un mechón de pelo del resto y pasé el peine. Repetidas veces. Lo tenía encrespado, enredado y sucio. Tardé bastante en acabar de peinármelo todo, pero al hacerlo me di cuenta de lo largo que tenía el pelo, durante mi estancia ni me había molestado en mirarme. Ni durante esta estancia ni nunca. Me llegaba más debajo de media espalda, al tenerlo antes con tantos nudos no me había dado ni cuenta. Con algo de suerte tan solo me pasaba las manos por encima cada mañana.

Volví a dejar el peine donde estaba pero esta vez con un montón de cabellos enredados en sus púas y me miré al espejo una vez más, al peinarme había algo de mejora, por suerte.

Como me trajeron a traición no me hizo falta coger nada. Observé la habitación por última vez y salí por la puerta. Desgraciadamente me encontré con alguien, con el último al que deseaba yo ver. Mike.

-¿Vas a alguna parte? – Se cruzó de brazos.

-No. – Mentí.

-Te has peinado, Blair. – Miró mi ropa. – Esta no es tu ropa, no puedes estar así aquí dentro. Cámbiate.

-No.

-Si los enfermeros te ven así te ataran a la cama. – Parecía que le divirtiera esa idea.

-Aparta, tengo que irme. - Cerré la puerta, pero él me cortó el paso en cuanto intenté avanzar.

-¿A dónde? – Le miré amenazante.

-A ti no te importa. – Me moví a la izquierda, avanzando un paso, pero él volvía a estar en medio. – Déjame pasar.

-No puedes irte.

-Me importa entre poco y nada lo que tú me digas.

-No tienes más derecho que los demás a irte antes de lo que te toca.

-Puede que no tenga derecho, pero tengo oportunidad y no la voy a dejar escapar.

-Hay gente que la necesita más que tú, llevamos más tiempo aquí y todos lo hemos pasado igual de mal o peor que tu. - ¿Qué intentaba hacer? Parecía una amenaza. - ¿Quién te va a sacar de aquí? ¿Tu amigo del otro día?

-¿Y que si lo hace? – Le aparté de un empujón.

-Recuerda, - Me agarró de la muñeca y me frenó bruscamente. – el que te saque de aquí no significa que le importes. Tu misma dijiste que no tenías a nadie. – Sí, me amenazaba.

-No, eso lo dijiste tú y repetidas veces además. Ellos van a sacarme de aquí, eso es lo único que necesito saber ahora. – Me defendí. Él me dijo una vez que si tanto me querían tendrían que sacarme de aquí y así lo han hecho. - ¡Y ahora suéltame! – Di un fuerte tirón y me libre de su fuerte agarre. No me siguió y deducí que fue a avisar a los enfermeros o a la directora. No me preocupé de eso, tan solo de bajar lo más rápido posible.

Me encontré a Bill sentado en recepción, al verme se levantó.

-¿No llevas equipaje? – Miró mis manos al ver que no llevaba ninguna maleta.

-Me trajeron aquí sin decírmelo, vine con lo puesto. – Se quedó inmóvil por un segundo, pero tan solo por un segundo. Enseguida me invitó a sentarme con él. - ¿Seguro que podré irme? Si no habéis podido no pasa nada, lo entiendo perfectamente.

-Deja de poner pegas, voy a empezar a pensar que quieres quedarte. – Negué con la cabeza. – Es broma… - Se rió un poco. – Tom ya ha hablado con la directora y han llegado a un acuerdo. – Me encogí de hombros. – Tendrás que venir una vez a la semana a hacerte una revisión. Tranquila, te llevaremos Tom o yo siempre y nos encargaremos de que no te hagan nada que no toque.

-¿Y a donde iré?

-Cuando Tom ya lo ha terminado de hablar con la directora hemos ido a buscar a German, él ha llamado a tu familia de acogida, volverás con ellos. – Bajé la mirada. – Porque… con ellos estás bien ¿no?

-Sí, sí. No es eso, es que… - Bill se inclinó. – Hay una chica, se llama Gina, que no sé cómo tratar con ella. Es muy ruda y no sé como acercarme a ella.

-Bueno, no hace falta que lo hagas. Deja que ella te muestre el camino por sí sola. Os acabareis haciendo amigas, ya verás. Tenéis la misma edad y al ser tan diferentes acabareis por gustaros mutuamente.

-Eso lo dudo mucho, pero igual tienes razón. – Se lo agradecí. - ¿Y tu como sabes que somos tan diferentes?

-Al hablar con German le hemos pedido la dirección e información de tu nueva casa, no ha hablado de Gina y de sus padres. Son buena gente.

-Sí, eso ya lo sé. – Los días que estuve con ellos me trataron perfectamente. – Y… Bueno, ¿Cuándo podremos irnos?

-Pues por poder ya, ya está todo arreglado. Pero Tom no sé donde se ha metido.





By Tom

¿Dónde se habrá metido ese mocoso?

Subí otro piso, en el cual había más putas habitaciones. Miraría por allí y si no a la mierda, sudando.
Todas las puertas estaban cerradas, chicos y chicas por el pasillo… Me fijaba en cada una de las caras de esos chicos, pero ninguno era como el que yo estaba buscando. Al fondo, vi una puerta que estaba entre abierta. No sé por qué razón me picó la curiosidad y fui a ver. Por todos los pasillos por los que había estado, todos y cada uno de ellos, tenían las puertas cerradas, pero esa no lo estaba.

Me asomé y vi a alguien sentado en el borde de la cama.
Entré y reaccionó a mi entrada.

-Por fin te encuentro. – Levantó más la mirada y me miró con sus claros ojos azules que se podían ver a través de ese pelo completamente negro. El mismo con el que me topé la primera vez que vine a ver a Blair, con el que me tropecé y, antes de irme, me amenazó diciéndome que dejara a Blair en paz.

-¿Qué quiere?

-Nada, tan solo informarte de que nos llevamos a Blair y restregarte por la cara que tú no puedes hacer nada para impedirlo.

-La otra vez pareció entenderlo.

-No, chaval, no. No te equivoques, simplemente me importó una mierda lo que me dijeras. – Me apoyé en el marco de la puerta. – Como si oyera llover.

-¿Por qué se la llevan?

-Porque a diferencia de ti, a nosotros nos importa Blair.

-A mi también. – Me reí.

-Vamos… Los dos sabemos que lo que tú sientes por Blair no es amor, ni mucho menos. Por algo no quieres que se vaya, pero no es porque te importe, tú sabrás para qué la quieres cerca de ti. Y simplemente por eso no quiero que esté contigo. No te lo tomes a mal, pero pareces otro hijo de puta disfrazado.

-¿Por qué me dice esto?

-Por dos cosas, la primera. – Me acerqué despacio hacia él. - Blair vendrá una vez a la semana por aquí, a hacerle revisiones y cosas de médicos. En esas horas que pase aquí te quiero a más de cinco metros de ella, porque si no te quedarás sin dientes.

-¿Y la segunda?

-Que no me vuelvas a amenazar, chiquitín. – Le di un par de palmadas en la mejilla. - Porque cuando alguien como tú me amenaza es la primera y última vez que lo hace. ¿Te ha quedado claro? – Asintió. No mostró ni miedo, ni terror, ni inquietud… Simplemente lo aceptó. – Genial. Que te vaya bien. - Salí de la habitación y alguien topó conmigo por detrás. Me giré y era una chica, que al parecer venía corriendo. – Eh… ¿Estás bien? – Al hablarle se le borró la sonrisa de la cara.

-Lo siento.

-No, tranquila, no pasa nada.

-Lo siento. – Repitió antes de irse. No sé si me fijé bien, pero creo que era la misma chica rubia que había visto aquella vez en las escaleras… Aunque no lo pude asegurar porque con el pelo casi no le vi la cara.

Bajé al vestíbulo y allí estaban Blair y Bill esperándome. Pedí disculpas mientras Bill me pegaba la típica bronca por retraso y Blair me abrazaba.

Subimos a mi coche y llevamos a Blair a la casa de acogida.





By Mike

-¿Mike? – Un enfermero abrió la puerta de la habitación. – ¿Todavía estás aquí? Baja, tienes una llamada. – Un escalofrío me recorrió la espalda y me congelo de repente. - ¿Me has oído? – Asentí y me acompañó hasta la cabina. – No tardes mucho, la merienda es dentro de poco. – Esperé a que desapareciera para coger el teléfono, pero antes de hacerlo tragué saliva y me armé de valor.
Me puse el auricular en la oreja.

-¿Diga?

-¿Se la han llevado? – Cada vez que escuchaba esa voz era como si algo me atravesara de cuajo. Balbuceé. – Te dije que la vigilaras, Mike. ¿Desde cuándo no me haces caso?

-La he vigilado, se lo prometo. Pero no he podido hacer nada con esto, lo siento.

-Shh… A mí las disculpas no me bastan. La has cagado, arréglalo. – Asentí. – Cuando venga ese día a la semana, gánate su confianza.

-Pero ese hombre…

-Mike, tienes que hacerme caso. Sabes lo que pasa cuando no me haces caso ¿verdad? – Recordé.

-Sí.

-Bien. Entonces hazlo y, recuerda, te estoy vigilando. Veo cada paso que das.

-¿Y eso no podría hacerlo con ella y así iría más rápido?

-¿Qué te tengo dicho de las preguntas? – Noté amenaza.

-Tiene razón, perdóneme.

-Consigue amistad con Blair, todos queremos que vuelva ¿verdad?

-Sí.

-Bien. – Colgó.
Continuará.