Capitulo 9


and wondered would i be saved

Llevo días en el hospital, tan solo viendo médicos y a la detective Rass. Siempre me dicen lo mismo; que no recuperaré jamás mis recuerdos. La detective también me comenta que todavía no han logrado hablar con Tom, el hermano gemelo de Bill. Tienen trabajo y sus agentes les han prohibido a la policía acercarse a cualquier miembro del grupo. Ojala también hubiera alguien que prohibiera que siguieran haciéndome preguntas, que a altas horas de la madrugada entren médicos y enfermeras a controlarme las crisis… Ya he sufrido unas nueve crisis en seis días, pero en sueños. Supongo que recuerdo cosas en sueños, o al menos eso me han contado, y por eso me dan estos ataques. Cuando me levanto o abro los ojos no recuerdo nada. Tan solo me veo sudada y mareada por los calmantes que me ponen.

No quiero que me las controlen.

(escuchar Emergency de PARAMORE)

Esto no es vida, no quiero seguir viviendo así. No quiero que los médicos aparezcan a la mínima que sufro una crisis para parármela. Prefiero morir a seguir así. Ya tengo miedo de tan solo cerrar los ojos, por el simple hecho de que podría quedar dormida en cualquier instante. Hasta hay noches en que tengo más de una, o una realmente grave. Rass parece que hasta me riña por no recordar lo que veo en mis sueños… Su investigación, claro. ¿Cómo voy a olvidarme? Me lo recuerda cada dos por tres como si yo no tuviera ni idea. Si no hubiera investigación hace ya tiempo que hubiera salido del hospital, le ruego cada día a mi psicólogo, que, por cierto, se llama German, que me saquen de aquí. El dice que es lo que necesito yo y me da la razón, pero la policía se lo prohíbe.

Tampoco he vuelto a ver a Bill. Aquí hay policías y sus agentes no quieren que estos se acerquen a él. Así que, mientras haya policías a mí alrededor, no volveré a verle. Es decir; nunca. Nunca más volveré a verle. Estaré así siempre, rodeada de personas a las que no quiero y ni les importo.


Ahora es de noche y todo el mundo cree que estoy durmiendo. Que estoy en mi cama y que no tengo ninguna crisis. En realidad estoy sentada en el frío suelo con los ojos muy abiertos, aunque se me cierren solos. Me mantengo inerte entre el hueco que hay entre la cama y la pared, y permanezco apoyada en ella. Cualquiera que me viese pensaría que me estoy muriendo… A mí también me lo parece.


Huesos y sangre, es todo lo que tengo ahora mismo. Como un fantasma estoy muriendo esta noche, en las demás he sobrevivido, cosa que no quería. Tan oscuro y frío, tan vacío y solo. Se supone que una persona puede hacerlo todo por su cuenta, conducir su vida. Pero yo no. Soy como un fantasma. Bill, me prometiste que no te irías, que no me dejarías sola. Ahora esa promesa me está arañando y me destroza. La habitación permanece vacía en silencio, tan solo escucho mi respiración… Desearía que se fuera desvaneciendo, que todo rastro de mi se deshiciera en cenizas. Entonces, quizás, dejaría de sufrir. Porque todo lo que tengo a mí alrededor está dando vueltas al revés y el tiempo va en mi contra. ¿Hay alguna manera de matar el dolor? ¿Hay alguna manera de ensordecer este silencio? Ojala aparecieras y te me llevaras, me da igual a donde. Tan solo lejos.





-¡Blair! ¡Blair, ¿estás bien?! – Alguien me pasó la mano por la espalda, la otra por debajo de mis piernas y me elevó, separándome de lo único que me mantenía con los pies en la tierra. La vista la tenía borrosa, me había pasado toda la noche con los ojos abiertos. Esa persona me tumbó en la cama. – Reacciona. – Me ordenó mientras me daba palmaditas en las mejillas para que me despertara de mi trance. Noté una palmada más fuerte. Parpadeé repetidas veces y mi visión se volvió a aclarar. Era German. -¿Estás bien? – Me inclinó. – No sabes el susto que me has dado cuando no te he visto en la cama, pero he entendido porque esta noche no has armado alboroto. ¿Te habías caído? – Negué con la cabeza. Me acariciaba la cabeza, como si quisiera calmarme. Estaba tranquila, pero eso me hacía sentir que no estaba tan sola. Al menos en ese momento.

-Me… me quiero morir… - Intentando verbalizar, el labio inferior me temblaba.

-¿Por qué dices eso?

-Por todo… No hago nada más que tener crisis… No me atrevo a dormir…

-Por eso te has quedado en el suelo… - Asentí mientras arrugaba las piernas, las rodeé con los brazos y me apoyé en mis rodillas. German me apartó el pelo de la cara. Pero no dijo nada, tampoco yo tenía ganas de escuchar. El ruido de la puerta al abrirse y el golpe al cerrarse me sobresaltó. Otra vez no…

-Hola, doctor. ¿Qué tal ha pasado la noche? – Noa Rass, ya tardaba.

-Esta noche no ha tenido ninguna crisis…

-Ah, esto está bien. – Interrumpiéndole. Fruncí el ceño, esta mujer me ponía enferma. - ¿Y has soñado algo, Blair? – Ya estaba, ya empezaba. Siempre igual, lo de siempre. Preguntas y más preguntas. ¡No, no he soñado nada! Deja de preguntármelo, odio contestarte y hasta me duele a los ojos el tener que mirarte. Quiero perderte de mi vista, a ti y a todo esto. Quiero ser una persona normal, ¡¿por qué no me dejáis?!

-Detective, tenemos que hablar. – German la agarró del brazo de mala gana y se la llevó fuera. Yo permanecí en la misma posición. Mi médico me miró una última vez y empezó a dirigirse a Rass. – Todas esas preguntas que le hace no va a contestárselas. Déjela tranquila, esta situación la está destrozando.

-Tengo que hacerlo, es mi trabajo.

-Es su trabajo, ¡pero es la vida de ella, de Blair! Y usted lo está poniendo todo más difícil. Veo chicos y chicas como ella cada día, todo se mueren por recordar. Pero Blair, no es que quiera seguir olvidando, quiere desaparecer.

-¿Y eso?

-Cada vez que usted aparece he notado que su mirada cambia y hace alguna mueca de desprecio. No la quiere con ella, detective.

-Eso ya lo sé, pero he hacer lo mejor para ella y…

-No me venga con cuentos. – La interrumpió. – Blair necesita salir de este hospital y dejar de verla a usted por un tiempo. Solo la hace sentir inferior y más despreciable de lo que se ve a sí misma. Pondré eso en su informe y la salud de una de nuestros pacientes está por encima de las leyes, sobretodo la salud de una chica como Blair. Porque no querrá perder a un testigo, ¿verdad? – Rass guardó silencio unos instantes.

-¿Y qué hago? ¿A dónde la llevo?

-A una casa de acogida estaría bien, déjela unos días tranquila. Además, ella quiere ver a Bill y, por culpa de ustedes, no puede hacerlo.

-Han sido su grupo de trabajadores los que nos han prohíbo acercarnos a ellos.

-Pero no a Blair, y Blair quiere estar con Bill. Así que tendrá que esfumarse por un tiempo, Rass, si quiere resolver este crimen. Porque si la chica sigue aquí encerrada… podría hacerse mucho daño.

-¿Qué quiere decir con eso?

-Blair cada vez está más cerca de autolesionarse. Ahora consigue mantenerse firme, pero llegará el día en que pierda el control de sus actos y tan solo haga caso a su desesperación. – Rass suspiró un tanto agobiada.

-¿Y ahora qué hago?

-Entre ahí a decirle que le ha encontrado un sitio donde puede quedarse, es preferible que haya algún otro niño es esa casa, casa que le va a buscar al salir de su habitación. Dígale que no la verá ni a usted ni a su equipo en unos días. Tenga lista la casa de acogida para mañana por la tarde, máximo.

-¡¿Para mañana?! ¿Está loco? ¿Cómo voy a conseguirlo?

-No lo sé, usted es policía, es su trabajo. Seguro que si le echa morro lo consigue, dado su reputación por aquí no creo que se le haga difícil. Aquí ya nos lo ha demostrado. Si no hace lo que le he aconsejado, el hospital puede atacarles con una fuerte demanda, demanda que redactaré yo mismo. – Rass se indignó. – Ahora si me disculpa… - Y se fue, dejándola con la boca abierta.


A los pocos segundos la oí entrar, más tranquila y calmada que antes. Cosa que me pareció extraña, siempre aparecía ansiosa por si había recordado algo. Levanté la cabeza y la miré, se estaba acercando con las manos en los bolsillos de los vaqueros y con los hombros alzados. ¿Estaba insegura? ¿Nerviosa? Imposible, siempre se veía más fuerte y superior que yo, me lo demostraba por cada gesto que hacía.

-Hola. - ¿Hola? ¿A qué viene esto? Hacía tiempo que no me decía esa palabra, siempre pasaba directamente al grano. – Quería decirte que… Mañana te vas de aquí. – Abrí momentáneamente los ojos, demostrando sorpresa.

-¿Me lleváis al matadero?

-¡No! ¿Cómo se te ocurre pensar eso? – Pasó a una actitud más defensiva. Alcé los hombros, no sabía que quería que pensara.

-Te llevaré a una casa de acogida, con otra chica de tu edad. – A… ¿una casa de acogida?

-¿Qué es eso?

-Es… Una familia que cuida de ti durante un tiempo. El médico ha dicho que estaría bien que salieras de aquí, que no te hace bien. – Lo que no me hace bien es el verte hasta en la sopa, no es este hospital. Sin ti estaría tranquila. – Así que mañana te llevaré allí. – Ha sido idea de German, ya me extrañaba que hubiera sido por iniciativa propia.

-¿Y dónde está esa casa?

-Pues… - Hizo una breve pausa. – Ya lo verás mañana, estoy segura de que te gustará. Y, probablemente, también puedas ir a un colegio.

-¿Colegio?

-Sí, no pasa nada si vas. Tu psicólogo dice que la facultad de aprender la tienes intacta, y que los conocimientos académicos que tenías antes los puedes recordar fácilmente acudiendo a un par de clases. – Colegio… ¿Es ese sitio al que se va aprender? – En tu caso sería un instituto y te iría bien para relacionarte y hacer amigos. Podría ayudarte a modelar tu personalidad de nuevo. – Mi personalidad… A mí me gusta como soy… Creo. - ¿Te parece bien?

-Sí, claro… Así que… mañana.

-Eso mismo. Te compraré ropa y demás, porque no nos veremos en unos días. Ahora nos centraremos más en las pruebas y en intentar poder contactar con Tom Kaulitz. – Unos días sin ver a Rass ni a nadie que me incomode… Eso sí que es… Ahora molestaran a Tom, pero no me importa, no le amargaran más de lo que han hecho conmigo. Ellos son ricos, famosos y tienen poder… y yo soy débil, vulnerable y estoy sola. No, no le harán lo mismo que me han hecho a mí.

-Vale, tengo ganas de ir. – Me sonrió. Me das asco… Me da igual que consigas sacarme de aquí, porque si fuera por ti podría pudrirme aquí dentro.





-Hola, Jack… - Dijo Rass entrando en la sala de reuniones, donde estaba Jack sentado leyendo una revista.

-Vaya, que cara… ¿Qué te pasa? – Jack se levantó y fue hacia Rass, que se había acercado a la máquina de café.

-Es esa chica… El médico me ha obligado a buscarle otro sitio donde vivir, por lo que se ve si se quedara en el hospital acabaría matándose ella misma.

-Pues no me extraña. – Se cruzó de brazos. – Imagínate lo que debe de ser eso. Cada dos por tres entrando gente a molestarte y tu también. – Rass se giró indignada, poniendo su dedo índice en el pechó y los ojos como platos. – Reconoce que a veces pasas un poco de los sentimientos de la gente, es increíble que eso de cambiarla de sitio no lo pensaras tú antes.

-¿Pero qué pasaría con las crisis?

-Igual le cesan estando más relajada.

-Ella estará más relajada, pero yo ahora tengo que ir a buscar una casa… A saber dónde van a querer una niña así… Y encima el médico dice que parece que me escaqueo de la responsabilidad.

-¿Pero te lo ha dicho?

-No, pero se veía que lo pensaba y me ha mandado muchas indirectas. – Tomó un sorbo del café. – Oye, ¿y tú qué haces aquí?

-Esperar unos resultados de la sangre de esa familia, quiero ver si había droga en su organismo. Ah, y encontré una huella en la cara del padre y una huella de zapato cerca de donde se encontraba la chica. La huella dactilar la estoy cotejando en el ordenador. Pero hay algo raro. – Rass le miró esperando una respuesta. – En una pequeña parte del dedo no hay huellas, se debe de deber a una cicatriz. Igual se hizo algún corte en el pasado. Eso significa que será más fácil encontrarle.

-¿Sí? Buff, por fin una buena noticia…

-Y quería pedirte que me ayudaras a buscar si la huella del zapato es de los del padre o de la madre, para descartar.

-Yo mejor me voy a hacer unas llamadas, a ver donde meto a esta chica…

-El médico tiene razón, te escaqueas cuando puedes. – La atacó.

-¡Perdona! ¡Pero la casa es para mañana y si no la tengo nos demandan! – Jack cambió de expresión.

-Entonces mejor que te vayas. – Dijo algo acojonado, echándola haciendo movimientos con la mano. Rass le miró mal, echó un suspiro y se fue.




Mañana me iré de aquí, me iré a otro lugar con otra chica… No sé cómo será o lo que puede pasar allí, pero lo que más me alegra es no ver a Rass en unos días. Si ella no está podré ver a Bill.

Una familia… No creo que llegue a encajar, pero cualquier cosa es mejor que permanecer aquí. Tampoco sé qué pasará cuando me dé una crisis, tampoco me importa mucho… Todavía no tengo nada que perder, pero él no volver a ver a Bill… Eso igual… me importa un poco.

Me sentiré pequeña en medio de una familia, yo sobraré. Porque parece que sobre en cualquier parte. Me la imagino como la típica casa de muñecas y yo en una pequeña habitación para niños, sin salir, porque quien me dejó ahí se olvidó de mí.
Continuará.