
i’m unprotected and i feel i’m so unwanted
Desde que he llegado, me he pasado las horas en mi habitación, instalándome. También he recibido una llamada de German, preguntándome que tal estaba. Le he contado como era la casa y la familia, se ha alegrado al ver que he encontrado un buen sitio para vivir, de momento. También le he comentado la primera experiencia que he tenido con alguien algo más prepotente. Gina. Me ha dicho que era normal que tenga ese carácter en contra de mí porque ella siempre debe de haber estado la reina de la casa y ahora, al haber otra persona de su edad y de su mismo sexo, se siente algo amenazada. No sé muy bien si es eso… Pero se ha alegrado de que supiera defenderme y que igual, gracias a Gina, descubro más facciones de mi autentica personalidad. Por el momento ya sé que sé defenderme y que no me callo las cosas. Según German, eso es bueno. Pero para mí eso puede ser muy bueno o muy malo, todavía no distingo del todo.
Estoy guardando mis cosas en el vestidor cuando entra una mujer. Bajita, vestida de negro con delantal blanco y un moño.
-Señorita Blair, la cena está lista.
-Gracias… ¿Usted quién es? – Pregunté intrigada. ¿La abuela?
-Oh, discúlpeme. Soy Dorota, hago las faenas de esta casa. Si necesita algo no dude en pedírmelo. - ¿Hace las faenas? Parece ser que el dinero puede conseguir muchas cosas, hasta que humanos trabajen para humanos que son indudablemente superiores a nivel económico. Eso Gina se lo debe de tener muy creído. – La esperan abajo.
-Ahora voy. – Seguido de esto, se fue. Cerré el vestidor y salí al pasillo. Mi habitación era la tercera, antes de mi puerta había dos más. Miré, por curiosidad, que había detrás de la primera. Un baño, un baño enorme. Entré y me lavé las manos. Al pasar por delante de la otra puerta, me llamó la atención que estuviera abierta. Al pasar por delante me pareció ver algo que me resultó familiar. Volví unos pasos atrás y me asomé. Pero una mano agarró el pomo y me la cerró en las narices.
-¡¿Qué demonios haces?! – Era Gina. – Esta es mi habitación, tú no tienes que hacer nada aquí. – Y seguía enfadada.
-Perdona, no lo sabía. – Me miró como si fuera una ignorante. – Ese poster que tienes en la pared…
-¡No te importa! – Sacó una llave de su bolsillo y la metió en la cerradura. Cerró su habitación. – No vuelvas a husmear en mis cosas, maldita cotilla.
-Tan solo me ha llamado la atención un poster que he visto, nada más.
-No me importa, no quiero que toques lo que es mío.
-Vale. – Ahora tenía razón. Eran sus cosas, no las mías. Me miró algo sorprendida, supongo que se sorprendió al ver que no la replicaba como había hecho antes.
-Bien. – Siempre tenía que tener la última palabra por lo que se ve. Pero seguía sorprendiéndome su manera de caminar, parecía una modelo… Se movía igual que su madre.
Bajé las escaleras, entonces me fijé en que, durante todo ese tramo, había bastantes cuadros en la pared de Susan. Fotos muy bien hechas y muy artísticas, resaltaban toda su belleza.
-Cuando he bajado las escaleras me he fijado en los cuadros que hay en esa pared… ¿Fue modelo o algo parecido? – Pregunté parando un momento de comer, la comida parecía que no se acabara nunca.
-Primero, trátame de tu, que no soy tan vieja. – Dijo riéndose un poco. – Y sí, fui modelo. Lo fui durante unos quince años, hasta que tuve a Gina y decidí dejarlo, preferí la familia.
-Y cuando tenga la edad apropiada lo seré yo, ya he hecho algunos anuncios para algunas marcas de ropa muy conocidas. – Saltó a presumir Gina.
-Pero ya te hemos dicho, cielo, que disfrutes de tu infancia y la adolescencia. Ya tendrás tiempo de trabajar.
-Ya lo sé, pero ya sabes que yo haría cualquier cosa por una portada. – Que superficial.
-¿Quieres seguir los pasos de tu madre? – Le pregunté.
-Sí, eso es.
-Aunque yo ya le he dicho que es un mundo muy duro y yo lo pasé mal hasta poder llegar a la cima. – Añadió su madre. Parecía que no era la típica mujer que obliga a sus hijos a seguir sus mismos pasos. Al igual que el padre, se preocupan por su hija y ella parece ser que no lo ve.
-Me da igual lo que pueda llegar a pasar, lo conseguiré. – Intentó convencer a su madre. Parece ser que Gina tan solo quiere tener orgullosos a sus padres, pero con tanta testarudez ellos no lo entienden. Ven una chica que lucha por lo que quiere, pero a la que no le importan los sentimientos de los demás.
Después de cenar volví a subir a la segunda planta, con la intención de irme directa a i habitación. Pero la puerta de Gina volvía a estar entre abierta y no pude evitar asomarme. La puerta no estaba tan abierta como antes, así que me impidió ver el poster que Gina tenía en el cabecero de la cama. La oí hablar, debía de estar al teléfono.
-… Pero yo tan solo quiero que se fije en mí, quiero ser modelo por ella. Ella lo dejó por mí y ahora quiero que mi madre entienda que yo quiero ser modelo por ella. Que no lo dejó en vano. – Ella tan solo quiere que sus padres la vean con otros ojos… ¿Con quién estará hablando? – Ya lo sé, pero ahora encima ha llegado esta Blair y parece que la quieran más a ella que a mí. Creo que la ven como la hija que nunca tuvieron y eso que ha llegado tan solo hace unas horas. - ¿Cómo van a verme como a una hija? Yo quiero unos padres, pero tan solo porque, por lo que he visto hasta ahora, se preocupan más por su hijo que por su propia vida. – Sí… Tengo ganas de verte. – Ese tono de voz… Me acerqué más a la puerta para oír mejor. - Adiós, te quiero. – Me asomé tanto que al final me resbalé y entré derechita en la habitación de Gina. - ¿Pero qué…? No me lo puedo creer. ¡¿Otra vez tú?! ¿Qué hacías husmeando? – Se levantó de la cama y empezó a empujarme hacia fuera.
-Lo siento, no quería...
-¡¿Lo sientes?! ¡Ya te he dicho que no quiero que te metas en mis cosas, niñata! – Me miró amenazante. - ¿Qué has oído?
-Nada en especial, tan solo la parte final de la conversación. Pero sabía que querías ser modelo por tu madre.
-Vaya, lo ves tú y ella, que lleva toda la vida conmigo, no lo ve.
-Será porque tiene una imagen equivocada de ti, esa es, por desgracia, la imagen que das. De una chica egocéntrica y manipuladora.
-No hace falta que me lo digas, lo sé. Y prefiero ser así.
-Pero con esa persona con la que hablabas… Parecías otra.
-Es mi novio. Aunque se cree que soy demasiado tonta como para no darme cuenta de que se tira a media universidad femenina.
-¿Te engaña y tú sigues hablándole?
-Sí, así es.
-¿Por qué?
-Porque es el único que de vez en cuando me escucha… - Bajó la mirada. Le dolía que la engañara, pero por lo que se ve necesitaba su apoyo. – Entiendo que me ponga los cuernos, he sido… bastante insoportable con él. Pero le sigo necesitando, necesito hablar con él de vez en cuando. Y si hacerme la tonta es la única manera de que sigamos en contacto… voy a seguir fingiendo. – Me pareció una tontería.
-¿Por qué me cuentas esto? Está claro que no me soportas.
-Porque si sabes algo más de mí puede que se te pase esa manía de ir espiándome. Así que prefiero que te enteres de una tontería como esta que no de otra cosa. – Me dijo esbozando una sonrisa. Asentí con la cabeza. – Y ahora no me molestes más. – Se volvió a encerrar en su cuarto, dejándome a mí en el pasillo.
Esa manera de pensar… me parecía tonta. Que su novio, si se le puede llamar todavía así, la este engañando con otras chicas… Por muy insoportable que pueda ser Gina… No sé cómo se le puede hacer eso a una persona que te quiere. Sé que le quiere porque cuando se lo ha dicho… me ha recordado esas veces en que me lo dijo Bill.
Parece ser que ella está o se siente muy sola y quiere aferrarse a este chico que dudo que ella le importe, si no le diría a la cara toda la verdad.
Ahora que lo pienso… Bill no sabe donde estoy. ¿Eso quiere decir que no podré verle? No tengo su número, no sé donde está. No puedo decirle que ahora no hay policías, podría venir a verme… Pero me he olvidado de decirle a la detective que le llamara o que llamara a su agente. Una de las razones por las que quería que Rass se apartara de mi era para poder ver a Bill y, con algo de suerte, conocer… Bueno, volver a conocer a Tom.
Me fui a mi habitación y la ventana que había en la pared me llamó la atención. Me levanté y vi que llevaba a una pequeña terraza, era un balcón… – Miré a todos lados. – que desgraciadamente compartía con Gina. Pero por suerte había un pequeño muro que nos separaba. Vi allí todas sus cosas, se notaba mucho cual era su parte y cuál era la mía. Ella tenía una tumbona con cojines de estampado primaveral, una mesita a su lado con un estuche de gafas de sol y una sombrilla de color amarillo. En los bordes de la terraza había macetas con flores de todos los colores posibles y, en un lado, una pequeña palmera. Yo, en cambio, un par de sillas y una mesa. Las macetas de mi lado estaban vacías, salvo por una, que tan solo tenía margaritas blancas.
Acababa de llegar, no podía pedir más.
Hacía algo de frío allí fuera así que volví a entrar.
La hora de ir a dormir se acercaba y yo cada vez estaba más aterrada. No, no quería que me volviera a dar una crisis. Me dolían, no podía respirar y gritaba tanto que a la mañana siguiente la garganta me ardía. Esta familia se pensaría que estoy loca y me echarían de aquí y no quiero eso. Estoy muy bien, me caen genial y creo que puedo yéndole plantando cara a Gina por ahora.
¿Tendré que pasarme la noche en vela?
No creo que pueda… Estoy muerta de sueño y me iría a dormir ahora mismo, pero nadie me garantiza que el subconsciente no me pueda jugar malas pasadas.Esta noche no puedo quedarme despierta otra vez, porque, aunque esté en una casa de muñecas con la que sueña cualquier niña, sigo siendo humana.
Desde que he llegado, me he pasado las horas en mi habitación, instalándome. También he recibido una llamada de German, preguntándome que tal estaba. Le he contado como era la casa y la familia, se ha alegrado al ver que he encontrado un buen sitio para vivir, de momento. También le he comentado la primera experiencia que he tenido con alguien algo más prepotente. Gina. Me ha dicho que era normal que tenga ese carácter en contra de mí porque ella siempre debe de haber estado la reina de la casa y ahora, al haber otra persona de su edad y de su mismo sexo, se siente algo amenazada. No sé muy bien si es eso… Pero se ha alegrado de que supiera defenderme y que igual, gracias a Gina, descubro más facciones de mi autentica personalidad. Por el momento ya sé que sé defenderme y que no me callo las cosas. Según German, eso es bueno. Pero para mí eso puede ser muy bueno o muy malo, todavía no distingo del todo.
Estoy guardando mis cosas en el vestidor cuando entra una mujer. Bajita, vestida de negro con delantal blanco y un moño.
-Señorita Blair, la cena está lista.
-Gracias… ¿Usted quién es? – Pregunté intrigada. ¿La abuela?
-Oh, discúlpeme. Soy Dorota, hago las faenas de esta casa. Si necesita algo no dude en pedírmelo. - ¿Hace las faenas? Parece ser que el dinero puede conseguir muchas cosas, hasta que humanos trabajen para humanos que son indudablemente superiores a nivel económico. Eso Gina se lo debe de tener muy creído. – La esperan abajo.
-Ahora voy. – Seguido de esto, se fue. Cerré el vestidor y salí al pasillo. Mi habitación era la tercera, antes de mi puerta había dos más. Miré, por curiosidad, que había detrás de la primera. Un baño, un baño enorme. Entré y me lavé las manos. Al pasar por delante de la otra puerta, me llamó la atención que estuviera abierta. Al pasar por delante me pareció ver algo que me resultó familiar. Volví unos pasos atrás y me asomé. Pero una mano agarró el pomo y me la cerró en las narices.
-¡¿Qué demonios haces?! – Era Gina. – Esta es mi habitación, tú no tienes que hacer nada aquí. – Y seguía enfadada.
-Perdona, no lo sabía. – Me miró como si fuera una ignorante. – Ese poster que tienes en la pared…
-¡No te importa! – Sacó una llave de su bolsillo y la metió en la cerradura. Cerró su habitación. – No vuelvas a husmear en mis cosas, maldita cotilla.
-Tan solo me ha llamado la atención un poster que he visto, nada más.
-No me importa, no quiero que toques lo que es mío.
-Vale. – Ahora tenía razón. Eran sus cosas, no las mías. Me miró algo sorprendida, supongo que se sorprendió al ver que no la replicaba como había hecho antes.
-Bien. – Siempre tenía que tener la última palabra por lo que se ve. Pero seguía sorprendiéndome su manera de caminar, parecía una modelo… Se movía igual que su madre.
Bajé las escaleras, entonces me fijé en que, durante todo ese tramo, había bastantes cuadros en la pared de Susan. Fotos muy bien hechas y muy artísticas, resaltaban toda su belleza.
-Cuando he bajado las escaleras me he fijado en los cuadros que hay en esa pared… ¿Fue modelo o algo parecido? – Pregunté parando un momento de comer, la comida parecía que no se acabara nunca.
-Primero, trátame de tu, que no soy tan vieja. – Dijo riéndose un poco. – Y sí, fui modelo. Lo fui durante unos quince años, hasta que tuve a Gina y decidí dejarlo, preferí la familia.
-Y cuando tenga la edad apropiada lo seré yo, ya he hecho algunos anuncios para algunas marcas de ropa muy conocidas. – Saltó a presumir Gina.
-Pero ya te hemos dicho, cielo, que disfrutes de tu infancia y la adolescencia. Ya tendrás tiempo de trabajar.
-Ya lo sé, pero ya sabes que yo haría cualquier cosa por una portada. – Que superficial.
-¿Quieres seguir los pasos de tu madre? – Le pregunté.
-Sí, eso es.
-Aunque yo ya le he dicho que es un mundo muy duro y yo lo pasé mal hasta poder llegar a la cima. – Añadió su madre. Parecía que no era la típica mujer que obliga a sus hijos a seguir sus mismos pasos. Al igual que el padre, se preocupan por su hija y ella parece ser que no lo ve.
-Me da igual lo que pueda llegar a pasar, lo conseguiré. – Intentó convencer a su madre. Parece ser que Gina tan solo quiere tener orgullosos a sus padres, pero con tanta testarudez ellos no lo entienden. Ven una chica que lucha por lo que quiere, pero a la que no le importan los sentimientos de los demás.
Después de cenar volví a subir a la segunda planta, con la intención de irme directa a i habitación. Pero la puerta de Gina volvía a estar entre abierta y no pude evitar asomarme. La puerta no estaba tan abierta como antes, así que me impidió ver el poster que Gina tenía en el cabecero de la cama. La oí hablar, debía de estar al teléfono.
-… Pero yo tan solo quiero que se fije en mí, quiero ser modelo por ella. Ella lo dejó por mí y ahora quiero que mi madre entienda que yo quiero ser modelo por ella. Que no lo dejó en vano. – Ella tan solo quiere que sus padres la vean con otros ojos… ¿Con quién estará hablando? – Ya lo sé, pero ahora encima ha llegado esta Blair y parece que la quieran más a ella que a mí. Creo que la ven como la hija que nunca tuvieron y eso que ha llegado tan solo hace unas horas. - ¿Cómo van a verme como a una hija? Yo quiero unos padres, pero tan solo porque, por lo que he visto hasta ahora, se preocupan más por su hijo que por su propia vida. – Sí… Tengo ganas de verte. – Ese tono de voz… Me acerqué más a la puerta para oír mejor. - Adiós, te quiero. – Me asomé tanto que al final me resbalé y entré derechita en la habitación de Gina. - ¿Pero qué…? No me lo puedo creer. ¡¿Otra vez tú?! ¿Qué hacías husmeando? – Se levantó de la cama y empezó a empujarme hacia fuera.
-Lo siento, no quería...
-¡¿Lo sientes?! ¡Ya te he dicho que no quiero que te metas en mis cosas, niñata! – Me miró amenazante. - ¿Qué has oído?
-Nada en especial, tan solo la parte final de la conversación. Pero sabía que querías ser modelo por tu madre.
-Vaya, lo ves tú y ella, que lleva toda la vida conmigo, no lo ve.
-Será porque tiene una imagen equivocada de ti, esa es, por desgracia, la imagen que das. De una chica egocéntrica y manipuladora.
-No hace falta que me lo digas, lo sé. Y prefiero ser así.
-Pero con esa persona con la que hablabas… Parecías otra.
-Es mi novio. Aunque se cree que soy demasiado tonta como para no darme cuenta de que se tira a media universidad femenina.
-¿Te engaña y tú sigues hablándole?
-Sí, así es.
-¿Por qué?
-Porque es el único que de vez en cuando me escucha… - Bajó la mirada. Le dolía que la engañara, pero por lo que se ve necesitaba su apoyo. – Entiendo que me ponga los cuernos, he sido… bastante insoportable con él. Pero le sigo necesitando, necesito hablar con él de vez en cuando. Y si hacerme la tonta es la única manera de que sigamos en contacto… voy a seguir fingiendo. – Me pareció una tontería.
-¿Por qué me cuentas esto? Está claro que no me soportas.
-Porque si sabes algo más de mí puede que se te pase esa manía de ir espiándome. Así que prefiero que te enteres de una tontería como esta que no de otra cosa. – Me dijo esbozando una sonrisa. Asentí con la cabeza. – Y ahora no me molestes más. – Se volvió a encerrar en su cuarto, dejándome a mí en el pasillo.
Esa manera de pensar… me parecía tonta. Que su novio, si se le puede llamar todavía así, la este engañando con otras chicas… Por muy insoportable que pueda ser Gina… No sé cómo se le puede hacer eso a una persona que te quiere. Sé que le quiere porque cuando se lo ha dicho… me ha recordado esas veces en que me lo dijo Bill.
Parece ser que ella está o se siente muy sola y quiere aferrarse a este chico que dudo que ella le importe, si no le diría a la cara toda la verdad.
Ahora que lo pienso… Bill no sabe donde estoy. ¿Eso quiere decir que no podré verle? No tengo su número, no sé donde está. No puedo decirle que ahora no hay policías, podría venir a verme… Pero me he olvidado de decirle a la detective que le llamara o que llamara a su agente. Una de las razones por las que quería que Rass se apartara de mi era para poder ver a Bill y, con algo de suerte, conocer… Bueno, volver a conocer a Tom.
Me fui a mi habitación y la ventana que había en la pared me llamó la atención. Me levanté y vi que llevaba a una pequeña terraza, era un balcón… – Miré a todos lados. – que desgraciadamente compartía con Gina. Pero por suerte había un pequeño muro que nos separaba. Vi allí todas sus cosas, se notaba mucho cual era su parte y cuál era la mía. Ella tenía una tumbona con cojines de estampado primaveral, una mesita a su lado con un estuche de gafas de sol y una sombrilla de color amarillo. En los bordes de la terraza había macetas con flores de todos los colores posibles y, en un lado, una pequeña palmera. Yo, en cambio, un par de sillas y una mesa. Las macetas de mi lado estaban vacías, salvo por una, que tan solo tenía margaritas blancas.
Acababa de llegar, no podía pedir más.
Hacía algo de frío allí fuera así que volví a entrar.
La hora de ir a dormir se acercaba y yo cada vez estaba más aterrada. No, no quería que me volviera a dar una crisis. Me dolían, no podía respirar y gritaba tanto que a la mañana siguiente la garganta me ardía. Esta familia se pensaría que estoy loca y me echarían de aquí y no quiero eso. Estoy muy bien, me caen genial y creo que puedo yéndole plantando cara a Gina por ahora.
¿Tendré que pasarme la noche en vela?
No creo que pueda… Estoy muerta de sueño y me iría a dormir ahora mismo, pero nadie me garantiza que el subconsciente no me pueda jugar malas pasadas.Esta noche no puedo quedarme despierta otra vez, porque, aunque esté en una casa de muñecas con la que sueña cualquier niña, sigo siendo humana.
Continuará.



