Capitulo 5


the picture is starting to fade, a lot of empty words he says


La luz me deslumbró al salir allí fuera. Me recordó a esa luz que me cegó hace ya dos noches, esa que vino acompañada de un estruendo. Ahora todo estaba tranquilo. Tanto que me dio cosa acabar de salir del hospital por muchas ganas que tuviera.

-Vamos. – Tendiéndome la mano con una sonrisa. Se la di y me tiró hacia fuera, para que pudiera darme la luz del sol. Me puse la otra mano por encima de los ojos para que no me diera tanto la luz. – Enseguida te acostumbrarás, hoy el sol pega fuerte.

Cuando ya llevaba unos segundos caminando le solté la mano, no necesito que me lleven por muy perdida que me pueda sentir. No quiero depender de nadie, ya no.


Miro a mí alrededor; nada, tan solo el hospital y una carretera que pasa por delante. El hospital estaba encima de una pequeña montaña y a lo lejos estaba lleno de edificios altísimos. Edificios que con un pequeño temblor se hundirían. Agacho la cabeza y me fijo bien en cómo voy vestida. Cuando estaba dentro ni me fijé, tan solo quería salir. Llevo un vestido negro de manga larga que me llega por las rodillas, la falda tiene algo de volumen. Llevo unos zapatos en los que pone algo como ‘All Star’ o algo así, también negros. Sé leer, eso es algo.

Rass me lleva a una parada de autobús y me dice que me siente, a saber lo que iba a tardar.

-Iremos a la ciudad, a ver qué te parece. – Ella muestra cierto entusiasmo… Al menos comparado conmigo. Me apetecía salir, pero me trae al fresco a donde ir. A mí me bastaría con quedarme sentada aquí mismo y que me dé un poco el aire. Hoy el sol quema aunque el ambiente sea frío.

Llega el autobús. Sabía lo que eran, pero no recordaba su aspecto. Subimos y la detective que me acompaña ficha también por mí. Su interior está medio vacío, o medio lleno. No hay mucha gente, pero tampoco poca. Me siento en un asiento y dejo libre el de al lado, donde se sienta Rass.

Paso todo el trayecto con la cabeza gacha, desde fuera parece que me haya muerto, porque también tengo la piel muy blanca. No miro por el cristal, no me apetece saber a dónde vamos, no me importa. Por mucho que no me guste ir con Rass, con ella me siento segura, es imposible que me pierda o que me hagan daño, cosas que tampoco me preocupan demasiado. No dejaría ni familia, ni amigos… Que puede que los tenga, pero para mí no existen. Tan solo tengo este caso encima de la cabeza y me gustaría morirme para que no consiguieran nada de mí.
Porque por muy buena que te muestres conmigo, Noa Rass, sé que tan solo me quieres sana y salva para resolver este caso y para encerrar al que mató a esa familia. Eso está bien, pero luego de mí ya ni te acordarás y volveré a estar sola. Pero como sé lo que pasará, porque el ser humano es así, me da igual. Preferiría que no intentaras acercarte más a mí, porque por muchos intentos que hagas todos serán fallidos. Es más fácil resolver este caso que poder significar algo para mí.

Ahora tengo el corazón vacío o quizás lleno de piedras que antes fueron sentimientos y se han ido enfriando y endureciendo hasta quedar como simples y pesantes rocas. El corazón me pesa… Como cuando recordé a ese chico… Me dolía muchísimo la cabeza y todo el cuerpo, pero el corazón… Fue como si reaccionara a su imagen, no sé lo que fue eso. No sé si reaccionó positiva o negativamente. Se me encogió de golpe, sensación que no me pareció muy agradable. Pero tampoco estaba muy cuerda en ese momento como para ponerme a analizar cada milímetro de mi cuerpo para descifrar la sensación después. En general no me sentí bien… Y ahora, al recordar a ese chico, por lo menos ya no me duele… Pero el corazón me lo siento igual.


Noté, de golpe, mucha luz en mi cara. Habíamos bajado del autobús y ni siquiera me había dado cuenta. Miré para arriba, casi no se veía el cielo claro que se veía desde el hospital. Estaba toda rodeada de edificios. Parecía que se movieran y se cayeran sobre mí en cualquier momento. Los veía como barrotes, barreras que no se pueden atravesar. Me sentía encerrada así que dejé de mirarlos e intenté no prestarles atención.
Rass me miraba, pensando que yo estaba disfrutando con ese ambiente. Pero yo estaba agobiada, no me lo imaginaba así. Me lo imaginaba peor el mundo que había olvidado, pero esta sensación de angustia y claustrofobia no me las imaginaba así.

Un coche pasó a toda velocidad a mi lado, seguido de otro. Así con muchos.
Me quedé petrificada mirando esos movimientos tan bruscos que hacían y esa velocidad pasar por delante de mí. Las piernas me empezaron a temblar, todo eso estaba a muy pocos centímetros de mí. Oía a Rass, como si de eco se tratara, diciendo de ir a unos sitios. Pero no le prestaba atención. Las pupilas se me dilataron, la respiración se me estaba empezando a acelerar por momentos. Lo estaba pasando mal. Había mucho ruido y retumbaba en mis oídos como si fueran taladros. Estaba acostumbrada a lo oscuro y silencioso y ahora aquí solo veía luces por todas partes, ruidos en cada dirección y estaba completamente desorientada.

La cabeza me empezó a doler, me sentía como si estuviera recordando algo. Pero estaba segura que solo se trataba de ese ambiente. Me agarré la cabeza y me caí de rodillas al suelo.

-¡Eh! ¡¿Qué te pasa?! – Oí la voz de Rass justo a mi lado, pero era lo último que necesitaba, más ruidos. Sentía como si la cabeza me fuera a estallar y con lo que me la apretaba con las manos por los lados parecía que me la quisiera aplastar para acabar ya con todo eso.

-No quiero… ¡Callaos…!- Silencio, quiero silencio. Por favor… No más ruido, no más voces, no más dolor…

-¡Oye, tranquilízate, te llevaré a un sitio donde no haya ruido, venga, levántate! –Me cogió de un brazo, pero rechacé su ayuda bruscamente.

-¡No! ¡No me toques! – No quería moverme, no quería oír nada más. Y menos recordar más cosas, porque creo que era lo que estaba haciendo. – ¡Callad! ¡Silencio, por favor! – Estaba temblando.

-Te quiero…

-¡NO! – Me levanté al oír esa voz en mi cabeza, dándole un empujón a Rass, para impedir que me siguiera. Salí corriendo, sin saber a dónde iba. Agarrándome la cabeza, esas palabras retumbaban en mi mente como tambores. Como un eco, se repetía y se alejaba y volvía a sonar claramente.

-Te quiero…

-¡QUE TE CALLES YA! – Chillaba mientras no paraba de correr. - ¡NO SÉ DE QUE ME HABLAS! ¡NO SÉ QUE ES ESO! ¡Por favor, CÁLLATE! – No sabía quien hablaba, no sabía lo que decía, no sabía el significado de esas palabras. Me desconcertaron. Iba apartando a la gente a empujones, con algunos chocaba de frente, pero yo seguía corriendo obligándoles a apartarse. No sabía que mis piernas tuvieran tanta fuerza al menos para correr así, sin que nada ni nadie pudiera pararme. Esas palabras cada vez sonaban más fuerte. - ¡NO SÉ QUIEN ERES, DEJA DE HABLAR, POR FAVOR!

Llegué a una calle en la que había un gran hueco en la pared, no sabía que era, ni me preocupé por saberlo. Me tiré en un rincón y me acurruqué allí, intentando borrar esas palabras de mi cabeza. Esas palabras que tanto me asustaban por mucho que no las comprendiera.
Me pegué tanto como pude a la pared, coloqué mi cabeza entre mis piernas y mis brazos rodeándolas. Queriendo sentirme aislada de todo lo de ahí fuera, encerrándome en mi interior. En un rincón, como en el que me dejaron esa noche.

Continuará.
NOTA: perdón por la tardanza. mañana subo otro capitulo.