Capitulo 6

put on my face trough another day

Abrí los ojos lentamente, estaba tumbada y recordaba que me había quedado en un rincón de la ciudad.

-¿Ya estás despierta? – Levanté un poco la cabeza al reconocer la voz, era la enfermera de expresión agradable. – Tuviste otra crisis, en medio de la calle. Te subió la adrenalina, lo que implica que tenías muchas más fuerza, por eso pudiste correr tan rápido y apartar a la detective de un empujón. Te desmayaste de lo mucho que estaba trabajando tu cuerpo por dentro, hiciste muchos esfuerzos.

-¿La detective está aquí? – Incorporándome.

-Sí, pero no te levantes. Le diré que pase. – Me volví a tumbar, pero no del todo. Me apoye con los codos en el colchón, así no me sentía como una enferma, aunque lo fuera. Oí la puerta cerrarse y unos pasos que se acercaron.

-Te encontraron en un portal y llamaron al hospital, ya habías perdido el conocimiento.

-Siento lo del empujón. – No lo sentía, me daba absolutamente igual que le hubiera hecho daño. Ahora solo quería preocuparme de mí y de nadie más. Rass ni me caía bien ni me caía mal, simplemente… era Rass. Una persona que debía de estar pendiente de mi por orden de su jefe. Nada más.

-No te preocupes, estaba a dos centímetro del suelo. Pero me has preocupado mucho cuando has salido así corriendo. – Levanté una ceja y hice un leve gesto con la boca de desprecio, haciéndole ver que no me creía nada de lo que decía. – El médico me ha dado esto. – Me dio un cuaderno con un lápiz – Es para cuando recuerdes algo y lo dibujes. No para que nos ayudes a la policía, también irá bien que lo expreses.

-Pero todo lo que dibuje os lo quedareis vosotros.

-Sí, eso sí. Pero si quieres, cuando tengamos todas las pistas, podemos devolvértelo. – Pistas… Solo por las pistas. No lo entienden. Si no lo encuentran ahora no lo encontraran. Una pista les conducirán a otra, y esta otra a otra… Por muchas preguntas que me hagan, por mucho que me hagan dibujar… No le encontrarán.

-¿Ya tenéis el otro?

-Se lo he enviado a Jack antes de salir, él hará el resto.

-Cuando le encontréis… No quiero verle.

-Pero él tendrá que verte a ti, por si puede identificarte.

-Pero yo no quiero verle. – Suspiró.

-De acuerdo.

-Ahora… Quiero estar sola.

-Está bien. – Se apartó de mí unos centímetros. – Mañana vendré otra vez a verte. – Asentí con la mirada perdida, no me apetecía que viniera. No me apetecía ni un pelo que se pasara los días controlándome.




-Noa, ven rápidamente para acá. – Jack la llamó al teléfono. – El jefe se ha enterado de que has perdido a la chica cuando te la has llevado de paseo.

-¿Qué? Eres un bocazas, Jack – Acusándole.

-Yo no he sido. Les dijo a los del hospital que le informaran de todo lo que hiciera ella y le han dicho que se la habían encontrado en un portal de mala muerte después de que tú te la llevarás.

-Que bien… ¿Y está muy enfadado? – Mordiéndose un dedo.

-¿Para qué crees que te he dicho que vengas rápidamente? Venga, date prisa. – Y colgó.


Noa Rass llegó allí al cabo de unos tres cuartos de hora, más o menos.

-Ya estoy aquí. ¿Y Marc?

-Buscándote. – Rass bufó, llegando a la conclusión de que tardaría un poco más en caerle la gran bronca. – A no, allí le tienes. – Un escalofrío le recorrió la espalda y se giró.

-Anda, hola, Marc. Pero bueno, si estás delgadísimo. – Fingiendo alegría y sorpresa.

-Déjate de rollos. ¿Qué hacía la chica en un portal tan lejos del hospital dónde, supuestamente, no puede salir de allí?

-Hice un trato con ella. Estaba agobiada de estar allí dentro y si no la sacaba no nos hubiera contado nada. Bueno, en este caso dibujado.

-Voy a intentar que te quede claro, ya que la primera vez que lo dije no bastó. Quiero saber donde esta esa chica en cada momento, 24 horas al día y la única de manera de saberlo es quedándose ella en el hospital. No quiero que la saques de paseo, no quiero que hagas tratos con ella y mucho menos que le cojas cariño. No es un chucho, no necesita que la paseen. – Lo dijo tan rápido que Rass esperó unos segundos para contestar.

-Si tienes razón. Pero si vieras la habitación en la que la habían…

-¡El tema de la habitación, a eso quería llegar yo! ¿Qué es eso de que la ha cambiado por orden policial?

-Pues me pareció buena idea… - Encogiéndose de hombros con una sonrisa insegura.

-Con las crisis que le dan, Rass, no podemos meterla en una habitación cualquiera, ¡podría autolesionarse con las pilas del mando de la tele! Llama al hospital, que vuelvan a ponerla en esa otra habitación. Esa es la adecuada. Una cama y basta, cuando estás enfermo en un hospital no necesitas nada más. ¡Ah! Y el cuaderno ese para que dibuje todo lo que se le pase por esa cabecita.

-Sí, señor… - Con un suspiro.

-Y ahora a trabajar. – Se fue de allí sacando humo por las orejas.

-Te ha puesto tibia ¿eh? – Saltó Jack.

-Bah, cállate… ¿Y tú tienes algo?

-Llevo toda la tarde cotejando el dibujo… De momento nada. – Mirando la pantalla. De repente se giró hacia Rass. – Por cierto, ¿Qué ha recordado la chica para que le diera esa crisis?

-No lo sé… Y ahora no me lo contará al ver que la trasladan a otra habitación faltando a mi promesa. – Se apoyó a la mesa y se pasó la mano por la cara, signo de desesperación. – Yo que quería ganarme su confianza para que no se le hiciera tan raro esto…

-Pero el jefe por un lado tiene razón. – La detective lo fulminó con la mirada. – Tenemos que tener a esa chica controlada. Imagina que se hace daño, nos la cargamos nosotros. Tenemos que estar al corriente de todo lo que haga aunque la agobiemos. – Hizo una pequeña pausa mirando a Rass. – Y bueno, deja ya de mirarme así, que me das miedo.

-Ahora la chica me odiará… Qué bien vamos… Igual debería ir otro a estar con ella…

-Créeme, tu eres la indicada. Eres la única del lugar que tiene un mínimo de sentimientos con los sospechosos. Y eso de llamarla ‘chica’ a mí me está empezando a cansar. Deberíamos ponernos las pilas y averiguar quién es.

-No me digas. – Se quedaron mirándose unos segundos. – ¡Ponte a trabajar, hombre! – Dándole una colleja. Los dos se pusieron a reír, pero sonó el móvil de Rass. Contestó. - ¿Diga? … Ah, hola. – Jack la miraba intrigado. Rass mostró una expresión de sorpresa. - ¿De verdad? Pues… Pues voy para allá ahora mismo. – Colgó.

-¿Qué pasa?

-Tú ‘Chica’ ha dibujado otra cara. Voy a ver que me cuentan.

-Okay, yo seguiré con el misterio del dibujo y la camiseta.

-Gracias, hasta luego.




Al cabo de media hora vi entrar a la detective Rass por la puerta de mi habitación, la habitación con el gran ventanal que tanto odiaba. La miré con odio y desprecio. Me lo había prometido, pero supongo que el ser humano es así y yo también acabaré de esa forma.
Me miró unos segundos y luego fue a hablar con el doctor, que estaba de pie a mi lado.

-Ha dibujado otro rostro. Pero esto demuestra que el otro dibujo no puede ser muy fiable.

-¿A qué se refiere? – Él levantó el cuaderno, haciéndole ver lo que había dibujado.

-Lo ha dibujado con las mimas facciones que el otro retrato. Puede ser que su mente almacenara esa cara y ahora se la ponga a cara persona que recuerde. Suele pasar. – Rass se miraba mi dibujo con detenimiento.

-Tiene algunos rasgos un tanto distintos por muy iguales que parezcan.

-Una de las mayores diferencias es el estilo, como se puede apreciar bien, y el piercing, aquí lo tiene en el labio. Pero la cara es muy parecida, a pesar de, como ha dicho usted, algunos rasgos no son tan… finos, se han endurecido un poco. – Señalando la nariz, el cuello y la mandíbula.

-Sí, pero por si acaso me lo llevaré también para ver que encuentra mi compañero.

-Muy bien. Las dejaré solas, que seguro que tiene algunas preguntas para ella. – Dirigiéndose hacia la puerta para dejarnos. Yo no quiero quedarme con nadie, no quiero compañía y menos la suya. Me ha mentido. Al menos tenía claro que era el sentimiento de odiar…

-No, no se moles…

-Insisto. – Cerró la puerta detrás de él. Rass dirigió su mirada hacia mí. Yo la estaba mirando con la cabeza gacha y con los ojos llenos de odio hacía ella. Ya soportaba poco que me utilizara, pero ahora me había mentido. Eso no sé si es bueno o malo, pero a mí no me ha gustado.

No debería habérmelo creído, desde un principio solo me quiere para una cosa, si lo tengo muy claro, pero a la vez me he dejado engañar.

-Estas enfadada conmigo… - Haciendo una mueca con la boca de inseguridad. ¿Tanto se me nota? – Lo entiendo, pero esto no lo he hecho yo. Mi jefe ha preferido tenerte más vigilada y a salvo. Cree que en una habitación normal podrías hacerte daño sin darte cuenta. – Pero lo prometiste, si no vas a cumplirlo no lo prometas. – Sé que ahora estas cabreada conmigo y yo también lo estaría. Pero yo solo quería hacerte las cosas más fáciles y pensé que a todo el mundo le parecería bien hacer que esto se te hiciera más ameno.

-Pues te has equivocado.

-Ya lo sé… Y te pido perdón. Pero no puedo hacer más. Te dio una crisis en medio de la calle, imagínate que volviera a pasar y te cayeras en algún sitio y acabaras haciéndote daño. – Pues que me mate cualquier cosa, me da igual. – Todo ese peso caería sobre mí, podría echar a perder mi carrera. – Lo siento, he hecho un borrón en tu historial. Lo que te pase a ti y a tu carrera me da igual. – No quiero perder este empleo, sobretodo porque puedo ayudar a las personas. Ahora estoy intentando ayudarte a ti, pero no me dejas. - ¿Cómo voy a dejarte? No confío en ti ni en tus palabras y no veo ninguna razón por lo que debería hacerlo. No quiero tu ayuda.

-No quiero tu ayuda.

-Pero la necesitas, al menos hasta que sepas quien eres y quien te hizo esto. Tan solo quiero ayudarte, no quiero hacerte daño, ni mucho menos. Si no me importaras no estaría aquí ahora.

-¿Dices que te importo? Pues tu a mí no.

-Ya lo sé, pero tú no puedes decirme lo que sentir. –Se agachó, para poder mirarme a los ojos. – Sé que lo debes de pasar muy mal y encima pensando que en cualquier momento te puede venir una crisis… Eso no es vivir. Por eso quiero resolver este caso, porque si lo hacemos, sabremos ya quien eres y podremos llevarte a casa.

-Yo no tengo casa.

-Sí que la tienes, una casa y una familia. Tan solo es que no te acuerdas, pero los tienes.

No los tengo. No he tenido ninguna otra visita que la tuya. Si le importara a alguien me estarían buscando, estoy en un hospital, eso debe de constar en alguna parte. Si intentaran localizarme no sería difícil hacerlo. Eso quiere decir que yo siempre he estado sola, no tengo a nadie ni nunca lo tendré, porque no pienso cambiar de actitud. Nadie puede hacerlo.

-¿Qué significa ‘Te quiero’? – Le pregunté de golpe a la detective.

-¿’Te quiero’? ‘Te quiero’ expresar amor hacia otra persona. Cuando te dicen eso es que eres muy importante para esa persona, hasta el punto de que pueda estar enamorada de ti.

-¿Qué te guste alguien? – Pregunté intrigada.

-Estás enamorado cuando el corazón se te acelera al ver a esa persona, te sudan las manos y no te sale la voz. Simplemente no desearías quitarle los ojos ni las manos de encima, te gusta que te vean a su lado, quieres que siempre esté allí para ti. Estas con junto a ella y es lo que ella quiere, estás a su lado porque te da cariño y te coge de la mano. Siempre que te necesita estas allí porque temes herirla, te da un brinco el corazón. Estas dispuesto a todo por esa persona.


Todo lo que has dicho… No es verdad.

Cuando tu corazón se acelera, te sudan las manos y no te sale la voz... Eso no es amor, es nerviosismo.Cuando no puedes quitarle ni tus ojos ni tus manos de encima… Eso no es amor, es lujuria.Sientes orgullo de que te vean a su lado… Eso no es amor, es suerte.Quieres que siempre esté ahí para ti... Eso no es amor, es soledad.Estás a su lado porque ella quiere... Eso no es amor, es lealtad.Estás a su lado porque te da cariño y te coge de la mano... Eso no es amor, es confianza.Permaneces a su lado porque temes herirla… Eso no es amor, es lástima.Al verla sientes que te da un brinco el corazón... Eso no es amor, es pasión.¿Sientes estar dispuesto a dar todas tus cosas por ella? Eso no es amor, es caridad.

Recuerdo vagamente algunos sentimientos, pero todo esto que me has dicho no es amor.


Sonó el móvil de Rass.

-¿Sí? … Dime, Jack. – Su cara mostró una gran sorpresa. Me la quedé mirando mientras asentía con la cabeza. – ¡Genial, eso es genial! Ahora mismo iré para allá. Dile que se espere en una sala de interrogatorios que yo ya estoy de camino. – Me miró con una sonrisa. – Sí, gracias. Hasta ahora. – Colgó. – Hemos encontrado al primer chico que dibujaste. – Mis ojos se abrieron de par en par. – No dejaré que le veas, como me pediste, pero él te tendrá que ver a ti. Así que te vienes conmigo.




Cogimos un taxi y en media hora llegamos a la comisaría. Rass me hizo esperar en una sala de interrogatorios.

-Él te verá por ese cristal de ahí, pero, como puedes ver; tú a él no. Espérate aquí sentada, supongo que te haré esperar un rato. – No me importa. – Luego vuelvo. Cuando salió me senté en una silla y me apoyé en la mesa que tenía delante, esperando.





-Hola, Jack. – Entrando en la sala que está al otro lado del cristal.

-Hola, Noa. Ahí le tienes. – Señaló a través del cristal y ahí estaba, esperando con nerviosismo. – Se llama Bill Kaulitz, es una estrella del Rock. Tiene una banda llamada Tokio Hotel.

-Genial, buen trabajo. Recuérdame que luego te de un dibujo para que busques a otra persona, antes le quiero preguntar a él si la conoce. Voy a empezar con el interrogatorio. – Volviendo a salir.

A los pocos segundos Jack la vio entrar, a través del cristal, en la habitación donde estaba ese chico.

-Hola, Bill. Dime, ¿sabes porque estás aquí? – Sentándose en frente de él.

-No, me han pedido que viniera para hablar con usted. No me han dicho el motivo.

-¿Conoces a esta chica? – Sacó una foto mía de su bolsillo y la dejó encima de la mesa. Bill mostró un segundo de sorpresa antes de empezar a hablar.

-Me parece que no he oído su nombre.

-Tienes razón, lo siento. Soy la detective Noa Rass. Ahora dime si la conoces, por favor.

-Sí, claro. Es… Es Blair. – Agarró la foto rápidamente. - Hace meses que no la veo ¿Está bien?

-Así que su nombre es Serena… ¿Podrías describírmela? A su carácter, me refiero.

-Pues… Es una chica muy alegre, siempre tenía una sonrisa para todos por muchos problemas que pudiera llegar a tener.

Al otro lado del cristal.

-No parece que esté hablando de la misma persona… - Susurró Jack, pero su jefe le hizo callar.

En la sala.

-¿Qué clase de problemas?

-No lo sé. No me los llegaba a contar nunca, aunque últimamente estaba muy rara… No sé que le pasaba. Ahora dígame si está bien.

-¿Rara? ¿Rara en qué sentido?

-No lo sé, dígame que está pasando. – Dejó la actitud educada y pasiva de un lado y optó por ponerse firme al ver que no le contaban nada, cuando él respondía a todas las preguntas.

-Encontramos a esa chica, Blair, en un bosque. Perdió todos sus recuerdos a causa de un golpe que le dieron en la cabeza, a su alrededor había cuatro cadáveres de una familia. – Bill se quedó perplejo, intentado asimilar toda esa información que le habían soltado de golpe.

-Pero ella está bien… - Rass asintió con la cabeza. Bill bufó aliviado.

-¿Estaban muy unidos?

-Pues sí, se podría decir que sí. Oiga, quiero verla, ¿está aquí?

-Sí y podrá verla. Pero antes… - Sacó el cuaderno con el otro chico que había dibujado. - ¿Le es familiar esta cara? – Bill alzó las cejas, le extrañó que se lo preguntaran

-Claro, es mi hermano. – Respondió con obviedad. Rass miró hacia el cristal, del cual al otro lado estaban sus compañeros con la misma cara de sorprendidos que la suya.

-Otra pregunta, la ultima… - Sacó una bolsa de la caja de pruebas. – Esta camiseta… ¿Le suena? – Bill examinó con una sola mirada la camiseta que se encontraba dentro de esa bolsa de plástico.

-Mi hermano se la compró hace un tiempo. Le encantan ese tipo de camisetas, solo se hicieron 500. ¿Por qué está tan estropeada? Me dijo que la perdió.

-Pues tu hermano te ha mentido. – Soltó mientras guardaba todas las fotos y la camiseta dentro de la caja de pruebas de nuevo.

Vaya, parece que la pequeña muñeca no está tan sola después de todo.
Continuará.