Capitulo 6

put on my face trough another day

Abrí los ojos lentamente, estaba tumbada y recordaba que me había quedado en un rincón de la ciudad.

-¿Ya estás despierta? – Levanté un poco la cabeza al reconocer la voz, era la enfermera de expresión agradable. – Tuviste otra crisis, en medio de la calle. Te subió la adrenalina, lo que implica que tenías muchas más fuerza, por eso pudiste correr tan rápido y apartar a la detective de un empujón. Te desmayaste de lo mucho que estaba trabajando tu cuerpo por dentro, hiciste muchos esfuerzos.

-¿La detective está aquí? – Incorporándome.

-Sí, pero no te levantes. Le diré que pase. – Me volví a tumbar, pero no del todo. Me apoye con los codos en el colchón, así no me sentía como una enferma, aunque lo fuera. Oí la puerta cerrarse y unos pasos que se acercaron.

-Te encontraron en un portal y llamaron al hospital, ya habías perdido el conocimiento.

-Siento lo del empujón. – No lo sentía, me daba absolutamente igual que le hubiera hecho daño. Ahora solo quería preocuparme de mí y de nadie más. Rass ni me caía bien ni me caía mal, simplemente… era Rass. Una persona que debía de estar pendiente de mi por orden de su jefe. Nada más.

-No te preocupes, estaba a dos centímetro del suelo. Pero me has preocupado mucho cuando has salido así corriendo. – Levanté una ceja y hice un leve gesto con la boca de desprecio, haciéndole ver que no me creía nada de lo que decía. – El médico me ha dado esto. – Me dio un cuaderno con un lápiz – Es para cuando recuerdes algo y lo dibujes. No para que nos ayudes a la policía, también irá bien que lo expreses.

-Pero todo lo que dibuje os lo quedareis vosotros.

-Sí, eso sí. Pero si quieres, cuando tengamos todas las pistas, podemos devolvértelo. – Pistas… Solo por las pistas. No lo entienden. Si no lo encuentran ahora no lo encontraran. Una pista les conducirán a otra, y esta otra a otra… Por muchas preguntas que me hagan, por mucho que me hagan dibujar… No le encontrarán.

-¿Ya tenéis el otro?

-Se lo he enviado a Jack antes de salir, él hará el resto.

-Cuando le encontréis… No quiero verle.

-Pero él tendrá que verte a ti, por si puede identificarte.

-Pero yo no quiero verle. – Suspiró.

-De acuerdo.

-Ahora… Quiero estar sola.

-Está bien. – Se apartó de mí unos centímetros. – Mañana vendré otra vez a verte. – Asentí con la mirada perdida, no me apetecía que viniera. No me apetecía ni un pelo que se pasara los días controlándome.




-Noa, ven rápidamente para acá. – Jack la llamó al teléfono. – El jefe se ha enterado de que has perdido a la chica cuando te la has llevado de paseo.

-¿Qué? Eres un bocazas, Jack – Acusándole.

-Yo no he sido. Les dijo a los del hospital que le informaran de todo lo que hiciera ella y le han dicho que se la habían encontrado en un portal de mala muerte después de que tú te la llevarás.

-Que bien… ¿Y está muy enfadado? – Mordiéndose un dedo.

-¿Para qué crees que te he dicho que vengas rápidamente? Venga, date prisa. – Y colgó.


Noa Rass llegó allí al cabo de unos tres cuartos de hora, más o menos.

-Ya estoy aquí. ¿Y Marc?

-Buscándote. – Rass bufó, llegando a la conclusión de que tardaría un poco más en caerle la gran bronca. – A no, allí le tienes. – Un escalofrío le recorrió la espalda y se giró.

-Anda, hola, Marc. Pero bueno, si estás delgadísimo. – Fingiendo alegría y sorpresa.

-Déjate de rollos. ¿Qué hacía la chica en un portal tan lejos del hospital dónde, supuestamente, no puede salir de allí?

-Hice un trato con ella. Estaba agobiada de estar allí dentro y si no la sacaba no nos hubiera contado nada. Bueno, en este caso dibujado.

-Voy a intentar que te quede claro, ya que la primera vez que lo dije no bastó. Quiero saber donde esta esa chica en cada momento, 24 horas al día y la única de manera de saberlo es quedándose ella en el hospital. No quiero que la saques de paseo, no quiero que hagas tratos con ella y mucho menos que le cojas cariño. No es un chucho, no necesita que la paseen. – Lo dijo tan rápido que Rass esperó unos segundos para contestar.

-Si tienes razón. Pero si vieras la habitación en la que la habían…

-¡El tema de la habitación, a eso quería llegar yo! ¿Qué es eso de que la ha cambiado por orden policial?

-Pues me pareció buena idea… - Encogiéndose de hombros con una sonrisa insegura.

-Con las crisis que le dan, Rass, no podemos meterla en una habitación cualquiera, ¡podría autolesionarse con las pilas del mando de la tele! Llama al hospital, que vuelvan a ponerla en esa otra habitación. Esa es la adecuada. Una cama y basta, cuando estás enfermo en un hospital no necesitas nada más. ¡Ah! Y el cuaderno ese para que dibuje todo lo que se le pase por esa cabecita.

-Sí, señor… - Con un suspiro.

-Y ahora a trabajar. – Se fue de allí sacando humo por las orejas.

-Te ha puesto tibia ¿eh? – Saltó Jack.

-Bah, cállate… ¿Y tú tienes algo?

-Llevo toda la tarde cotejando el dibujo… De momento nada. – Mirando la pantalla. De repente se giró hacia Rass. – Por cierto, ¿Qué ha recordado la chica para que le diera esa crisis?

-No lo sé… Y ahora no me lo contará al ver que la trasladan a otra habitación faltando a mi promesa. – Se apoyó a la mesa y se pasó la mano por la cara, signo de desesperación. – Yo que quería ganarme su confianza para que no se le hiciera tan raro esto…

-Pero el jefe por un lado tiene razón. – La detective lo fulminó con la mirada. – Tenemos que tener a esa chica controlada. Imagina que se hace daño, nos la cargamos nosotros. Tenemos que estar al corriente de todo lo que haga aunque la agobiemos. – Hizo una pequeña pausa mirando a Rass. – Y bueno, deja ya de mirarme así, que me das miedo.

-Ahora la chica me odiará… Qué bien vamos… Igual debería ir otro a estar con ella…

-Créeme, tu eres la indicada. Eres la única del lugar que tiene un mínimo de sentimientos con los sospechosos. Y eso de llamarla ‘chica’ a mí me está empezando a cansar. Deberíamos ponernos las pilas y averiguar quién es.

-No me digas. – Se quedaron mirándose unos segundos. – ¡Ponte a trabajar, hombre! – Dándole una colleja. Los dos se pusieron a reír, pero sonó el móvil de Rass. Contestó. - ¿Diga? … Ah, hola. – Jack la miraba intrigado. Rass mostró una expresión de sorpresa. - ¿De verdad? Pues… Pues voy para allá ahora mismo. – Colgó.

-¿Qué pasa?

-Tú ‘Chica’ ha dibujado otra cara. Voy a ver que me cuentan.

-Okay, yo seguiré con el misterio del dibujo y la camiseta.

-Gracias, hasta luego.




Al cabo de media hora vi entrar a la detective Rass por la puerta de mi habitación, la habitación con el gran ventanal que tanto odiaba. La miré con odio y desprecio. Me lo había prometido, pero supongo que el ser humano es así y yo también acabaré de esa forma.
Me miró unos segundos y luego fue a hablar con el doctor, que estaba de pie a mi lado.

-Ha dibujado otro rostro. Pero esto demuestra que el otro dibujo no puede ser muy fiable.

-¿A qué se refiere? – Él levantó el cuaderno, haciéndole ver lo que había dibujado.

-Lo ha dibujado con las mimas facciones que el otro retrato. Puede ser que su mente almacenara esa cara y ahora se la ponga a cara persona que recuerde. Suele pasar. – Rass se miraba mi dibujo con detenimiento.

-Tiene algunos rasgos un tanto distintos por muy iguales que parezcan.

-Una de las mayores diferencias es el estilo, como se puede apreciar bien, y el piercing, aquí lo tiene en el labio. Pero la cara es muy parecida, a pesar de, como ha dicho usted, algunos rasgos no son tan… finos, se han endurecido un poco. – Señalando la nariz, el cuello y la mandíbula.

-Sí, pero por si acaso me lo llevaré también para ver que encuentra mi compañero.

-Muy bien. Las dejaré solas, que seguro que tiene algunas preguntas para ella. – Dirigiéndose hacia la puerta para dejarnos. Yo no quiero quedarme con nadie, no quiero compañía y menos la suya. Me ha mentido. Al menos tenía claro que era el sentimiento de odiar…

-No, no se moles…

-Insisto. – Cerró la puerta detrás de él. Rass dirigió su mirada hacia mí. Yo la estaba mirando con la cabeza gacha y con los ojos llenos de odio hacía ella. Ya soportaba poco que me utilizara, pero ahora me había mentido. Eso no sé si es bueno o malo, pero a mí no me ha gustado.

No debería habérmelo creído, desde un principio solo me quiere para una cosa, si lo tengo muy claro, pero a la vez me he dejado engañar.

-Estas enfadada conmigo… - Haciendo una mueca con la boca de inseguridad. ¿Tanto se me nota? – Lo entiendo, pero esto no lo he hecho yo. Mi jefe ha preferido tenerte más vigilada y a salvo. Cree que en una habitación normal podrías hacerte daño sin darte cuenta. – Pero lo prometiste, si no vas a cumplirlo no lo prometas. – Sé que ahora estas cabreada conmigo y yo también lo estaría. Pero yo solo quería hacerte las cosas más fáciles y pensé que a todo el mundo le parecería bien hacer que esto se te hiciera más ameno.

-Pues te has equivocado.

-Ya lo sé… Y te pido perdón. Pero no puedo hacer más. Te dio una crisis en medio de la calle, imagínate que volviera a pasar y te cayeras en algún sitio y acabaras haciéndote daño. – Pues que me mate cualquier cosa, me da igual. – Todo ese peso caería sobre mí, podría echar a perder mi carrera. – Lo siento, he hecho un borrón en tu historial. Lo que te pase a ti y a tu carrera me da igual. – No quiero perder este empleo, sobretodo porque puedo ayudar a las personas. Ahora estoy intentando ayudarte a ti, pero no me dejas. - ¿Cómo voy a dejarte? No confío en ti ni en tus palabras y no veo ninguna razón por lo que debería hacerlo. No quiero tu ayuda.

-No quiero tu ayuda.

-Pero la necesitas, al menos hasta que sepas quien eres y quien te hizo esto. Tan solo quiero ayudarte, no quiero hacerte daño, ni mucho menos. Si no me importaras no estaría aquí ahora.

-¿Dices que te importo? Pues tu a mí no.

-Ya lo sé, pero tú no puedes decirme lo que sentir. –Se agachó, para poder mirarme a los ojos. – Sé que lo debes de pasar muy mal y encima pensando que en cualquier momento te puede venir una crisis… Eso no es vivir. Por eso quiero resolver este caso, porque si lo hacemos, sabremos ya quien eres y podremos llevarte a casa.

-Yo no tengo casa.

-Sí que la tienes, una casa y una familia. Tan solo es que no te acuerdas, pero los tienes.

No los tengo. No he tenido ninguna otra visita que la tuya. Si le importara a alguien me estarían buscando, estoy en un hospital, eso debe de constar en alguna parte. Si intentaran localizarme no sería difícil hacerlo. Eso quiere decir que yo siempre he estado sola, no tengo a nadie ni nunca lo tendré, porque no pienso cambiar de actitud. Nadie puede hacerlo.

-¿Qué significa ‘Te quiero’? – Le pregunté de golpe a la detective.

-¿’Te quiero’? ‘Te quiero’ expresar amor hacia otra persona. Cuando te dicen eso es que eres muy importante para esa persona, hasta el punto de que pueda estar enamorada de ti.

-¿Qué te guste alguien? – Pregunté intrigada.

-Estás enamorado cuando el corazón se te acelera al ver a esa persona, te sudan las manos y no te sale la voz. Simplemente no desearías quitarle los ojos ni las manos de encima, te gusta que te vean a su lado, quieres que siempre esté allí para ti. Estas con junto a ella y es lo que ella quiere, estás a su lado porque te da cariño y te coge de la mano. Siempre que te necesita estas allí porque temes herirla, te da un brinco el corazón. Estas dispuesto a todo por esa persona.


Todo lo que has dicho… No es verdad.

Cuando tu corazón se acelera, te sudan las manos y no te sale la voz... Eso no es amor, es nerviosismo.Cuando no puedes quitarle ni tus ojos ni tus manos de encima… Eso no es amor, es lujuria.Sientes orgullo de que te vean a su lado… Eso no es amor, es suerte.Quieres que siempre esté ahí para ti... Eso no es amor, es soledad.Estás a su lado porque ella quiere... Eso no es amor, es lealtad.Estás a su lado porque te da cariño y te coge de la mano... Eso no es amor, es confianza.Permaneces a su lado porque temes herirla… Eso no es amor, es lástima.Al verla sientes que te da un brinco el corazón... Eso no es amor, es pasión.¿Sientes estar dispuesto a dar todas tus cosas por ella? Eso no es amor, es caridad.

Recuerdo vagamente algunos sentimientos, pero todo esto que me has dicho no es amor.


Sonó el móvil de Rass.

-¿Sí? … Dime, Jack. – Su cara mostró una gran sorpresa. Me la quedé mirando mientras asentía con la cabeza. – ¡Genial, eso es genial! Ahora mismo iré para allá. Dile que se espere en una sala de interrogatorios que yo ya estoy de camino. – Me miró con una sonrisa. – Sí, gracias. Hasta ahora. – Colgó. – Hemos encontrado al primer chico que dibujaste. – Mis ojos se abrieron de par en par. – No dejaré que le veas, como me pediste, pero él te tendrá que ver a ti. Así que te vienes conmigo.




Cogimos un taxi y en media hora llegamos a la comisaría. Rass me hizo esperar en una sala de interrogatorios.

-Él te verá por ese cristal de ahí, pero, como puedes ver; tú a él no. Espérate aquí sentada, supongo que te haré esperar un rato. – No me importa. – Luego vuelvo. Cuando salió me senté en una silla y me apoyé en la mesa que tenía delante, esperando.





-Hola, Jack. – Entrando en la sala que está al otro lado del cristal.

-Hola, Noa. Ahí le tienes. – Señaló a través del cristal y ahí estaba, esperando con nerviosismo. – Se llama Bill Kaulitz, es una estrella del Rock. Tiene una banda llamada Tokio Hotel.

-Genial, buen trabajo. Recuérdame que luego te de un dibujo para que busques a otra persona, antes le quiero preguntar a él si la conoce. Voy a empezar con el interrogatorio. – Volviendo a salir.

A los pocos segundos Jack la vio entrar, a través del cristal, en la habitación donde estaba ese chico.

-Hola, Bill. Dime, ¿sabes porque estás aquí? – Sentándose en frente de él.

-No, me han pedido que viniera para hablar con usted. No me han dicho el motivo.

-¿Conoces a esta chica? – Sacó una foto mía de su bolsillo y la dejó encima de la mesa. Bill mostró un segundo de sorpresa antes de empezar a hablar.

-Me parece que no he oído su nombre.

-Tienes razón, lo siento. Soy la detective Noa Rass. Ahora dime si la conoces, por favor.

-Sí, claro. Es… Es Blair. – Agarró la foto rápidamente. - Hace meses que no la veo ¿Está bien?

-Así que su nombre es Serena… ¿Podrías describírmela? A su carácter, me refiero.

-Pues… Es una chica muy alegre, siempre tenía una sonrisa para todos por muchos problemas que pudiera llegar a tener.

Al otro lado del cristal.

-No parece que esté hablando de la misma persona… - Susurró Jack, pero su jefe le hizo callar.

En la sala.

-¿Qué clase de problemas?

-No lo sé. No me los llegaba a contar nunca, aunque últimamente estaba muy rara… No sé que le pasaba. Ahora dígame si está bien.

-¿Rara? ¿Rara en qué sentido?

-No lo sé, dígame que está pasando. – Dejó la actitud educada y pasiva de un lado y optó por ponerse firme al ver que no le contaban nada, cuando él respondía a todas las preguntas.

-Encontramos a esa chica, Blair, en un bosque. Perdió todos sus recuerdos a causa de un golpe que le dieron en la cabeza, a su alrededor había cuatro cadáveres de una familia. – Bill se quedó perplejo, intentado asimilar toda esa información que le habían soltado de golpe.

-Pero ella está bien… - Rass asintió con la cabeza. Bill bufó aliviado.

-¿Estaban muy unidos?

-Pues sí, se podría decir que sí. Oiga, quiero verla, ¿está aquí?

-Sí y podrá verla. Pero antes… - Sacó el cuaderno con el otro chico que había dibujado. - ¿Le es familiar esta cara? – Bill alzó las cejas, le extrañó que se lo preguntaran

-Claro, es mi hermano. – Respondió con obviedad. Rass miró hacia el cristal, del cual al otro lado estaban sus compañeros con la misma cara de sorprendidos que la suya.

-Otra pregunta, la ultima… - Sacó una bolsa de la caja de pruebas. – Esta camiseta… ¿Le suena? – Bill examinó con una sola mirada la camiseta que se encontraba dentro de esa bolsa de plástico.

-Mi hermano se la compró hace un tiempo. Le encantan ese tipo de camisetas, solo se hicieron 500. ¿Por qué está tan estropeada? Me dijo que la perdió.

-Pues tu hermano te ha mentido. – Soltó mientras guardaba todas las fotos y la camiseta dentro de la caja de pruebas de nuevo.

Vaya, parece que la pequeña muñeca no está tan sola después de todo.
Continuará.

Capitulo 5


the picture is starting to fade, a lot of empty words he says


La luz me deslumbró al salir allí fuera. Me recordó a esa luz que me cegó hace ya dos noches, esa que vino acompañada de un estruendo. Ahora todo estaba tranquilo. Tanto que me dio cosa acabar de salir del hospital por muchas ganas que tuviera.

-Vamos. – Tendiéndome la mano con una sonrisa. Se la di y me tiró hacia fuera, para que pudiera darme la luz del sol. Me puse la otra mano por encima de los ojos para que no me diera tanto la luz. – Enseguida te acostumbrarás, hoy el sol pega fuerte.

Cuando ya llevaba unos segundos caminando le solté la mano, no necesito que me lleven por muy perdida que me pueda sentir. No quiero depender de nadie, ya no.


Miro a mí alrededor; nada, tan solo el hospital y una carretera que pasa por delante. El hospital estaba encima de una pequeña montaña y a lo lejos estaba lleno de edificios altísimos. Edificios que con un pequeño temblor se hundirían. Agacho la cabeza y me fijo bien en cómo voy vestida. Cuando estaba dentro ni me fijé, tan solo quería salir. Llevo un vestido negro de manga larga que me llega por las rodillas, la falda tiene algo de volumen. Llevo unos zapatos en los que pone algo como ‘All Star’ o algo así, también negros. Sé leer, eso es algo.

Rass me lleva a una parada de autobús y me dice que me siente, a saber lo que iba a tardar.

-Iremos a la ciudad, a ver qué te parece. – Ella muestra cierto entusiasmo… Al menos comparado conmigo. Me apetecía salir, pero me trae al fresco a donde ir. A mí me bastaría con quedarme sentada aquí mismo y que me dé un poco el aire. Hoy el sol quema aunque el ambiente sea frío.

Llega el autobús. Sabía lo que eran, pero no recordaba su aspecto. Subimos y la detective que me acompaña ficha también por mí. Su interior está medio vacío, o medio lleno. No hay mucha gente, pero tampoco poca. Me siento en un asiento y dejo libre el de al lado, donde se sienta Rass.

Paso todo el trayecto con la cabeza gacha, desde fuera parece que me haya muerto, porque también tengo la piel muy blanca. No miro por el cristal, no me apetece saber a dónde vamos, no me importa. Por mucho que no me guste ir con Rass, con ella me siento segura, es imposible que me pierda o que me hagan daño, cosas que tampoco me preocupan demasiado. No dejaría ni familia, ni amigos… Que puede que los tenga, pero para mí no existen. Tan solo tengo este caso encima de la cabeza y me gustaría morirme para que no consiguieran nada de mí.
Porque por muy buena que te muestres conmigo, Noa Rass, sé que tan solo me quieres sana y salva para resolver este caso y para encerrar al que mató a esa familia. Eso está bien, pero luego de mí ya ni te acordarás y volveré a estar sola. Pero como sé lo que pasará, porque el ser humano es así, me da igual. Preferiría que no intentaras acercarte más a mí, porque por muchos intentos que hagas todos serán fallidos. Es más fácil resolver este caso que poder significar algo para mí.

Ahora tengo el corazón vacío o quizás lleno de piedras que antes fueron sentimientos y se han ido enfriando y endureciendo hasta quedar como simples y pesantes rocas. El corazón me pesa… Como cuando recordé a ese chico… Me dolía muchísimo la cabeza y todo el cuerpo, pero el corazón… Fue como si reaccionara a su imagen, no sé lo que fue eso. No sé si reaccionó positiva o negativamente. Se me encogió de golpe, sensación que no me pareció muy agradable. Pero tampoco estaba muy cuerda en ese momento como para ponerme a analizar cada milímetro de mi cuerpo para descifrar la sensación después. En general no me sentí bien… Y ahora, al recordar a ese chico, por lo menos ya no me duele… Pero el corazón me lo siento igual.


Noté, de golpe, mucha luz en mi cara. Habíamos bajado del autobús y ni siquiera me había dado cuenta. Miré para arriba, casi no se veía el cielo claro que se veía desde el hospital. Estaba toda rodeada de edificios. Parecía que se movieran y se cayeran sobre mí en cualquier momento. Los veía como barrotes, barreras que no se pueden atravesar. Me sentía encerrada así que dejé de mirarlos e intenté no prestarles atención.
Rass me miraba, pensando que yo estaba disfrutando con ese ambiente. Pero yo estaba agobiada, no me lo imaginaba así. Me lo imaginaba peor el mundo que había olvidado, pero esta sensación de angustia y claustrofobia no me las imaginaba así.

Un coche pasó a toda velocidad a mi lado, seguido de otro. Así con muchos.
Me quedé petrificada mirando esos movimientos tan bruscos que hacían y esa velocidad pasar por delante de mí. Las piernas me empezaron a temblar, todo eso estaba a muy pocos centímetros de mí. Oía a Rass, como si de eco se tratara, diciendo de ir a unos sitios. Pero no le prestaba atención. Las pupilas se me dilataron, la respiración se me estaba empezando a acelerar por momentos. Lo estaba pasando mal. Había mucho ruido y retumbaba en mis oídos como si fueran taladros. Estaba acostumbrada a lo oscuro y silencioso y ahora aquí solo veía luces por todas partes, ruidos en cada dirección y estaba completamente desorientada.

La cabeza me empezó a doler, me sentía como si estuviera recordando algo. Pero estaba segura que solo se trataba de ese ambiente. Me agarré la cabeza y me caí de rodillas al suelo.

-¡Eh! ¡¿Qué te pasa?! – Oí la voz de Rass justo a mi lado, pero era lo último que necesitaba, más ruidos. Sentía como si la cabeza me fuera a estallar y con lo que me la apretaba con las manos por los lados parecía que me la quisiera aplastar para acabar ya con todo eso.

-No quiero… ¡Callaos…!- Silencio, quiero silencio. Por favor… No más ruido, no más voces, no más dolor…

-¡Oye, tranquilízate, te llevaré a un sitio donde no haya ruido, venga, levántate! –Me cogió de un brazo, pero rechacé su ayuda bruscamente.

-¡No! ¡No me toques! – No quería moverme, no quería oír nada más. Y menos recordar más cosas, porque creo que era lo que estaba haciendo. – ¡Callad! ¡Silencio, por favor! – Estaba temblando.

-Te quiero…

-¡NO! – Me levanté al oír esa voz en mi cabeza, dándole un empujón a Rass, para impedir que me siguiera. Salí corriendo, sin saber a dónde iba. Agarrándome la cabeza, esas palabras retumbaban en mi mente como tambores. Como un eco, se repetía y se alejaba y volvía a sonar claramente.

-Te quiero…

-¡QUE TE CALLES YA! – Chillaba mientras no paraba de correr. - ¡NO SÉ DE QUE ME HABLAS! ¡NO SÉ QUE ES ESO! ¡Por favor, CÁLLATE! – No sabía quien hablaba, no sabía lo que decía, no sabía el significado de esas palabras. Me desconcertaron. Iba apartando a la gente a empujones, con algunos chocaba de frente, pero yo seguía corriendo obligándoles a apartarse. No sabía que mis piernas tuvieran tanta fuerza al menos para correr así, sin que nada ni nadie pudiera pararme. Esas palabras cada vez sonaban más fuerte. - ¡NO SÉ QUIEN ERES, DEJA DE HABLAR, POR FAVOR!

Llegué a una calle en la que había un gran hueco en la pared, no sabía que era, ni me preocupé por saberlo. Me tiré en un rincón y me acurruqué allí, intentando borrar esas palabras de mi cabeza. Esas palabras que tanto me asustaban por mucho que no las comprendiera.
Me pegué tanto como pude a la pared, coloqué mi cabeza entre mis piernas y mis brazos rodeándolas. Queriendo sentirme aislada de todo lo de ahí fuera, encerrándome en mi interior. En un rincón, como en el que me dejaron esa noche.

Continuará.
NOTA: perdón por la tardanza. mañana subo otro capitulo.

Capitulo 4



i can’t explain why i feel insane

-Tuvo una crisis anoche… Lleva así desde que pasó. – Rass se me quedó mirando desde el otro lado del cristal. Me habían cambiado de habitación; ahora estaba en una mucho más fría, con tan solo una cama y en la que había toda una pared que era un enorme cristal. Todo para tenerme vigilada. – Pero eso significa que recordó algo. Cuando la anestesiamos no paraba de chillarle a alguien.

-Es normal, había un montón de personas sujetándola. Se debió de asustar.

-Le chillaba a alguien que no estaba allí. A parte de eso… Sabemos que ya puede hablar. – La detective permaneció en silencio, observando cómo le daba la espalda. Había pasado, desde que me desperté de la anestesia, toda la noche en la misma posición, dándole la espalda a ese cristal que tanto me incomodaba. - ¿Quiere pasar? – Asintió con la cabeza convencida.

Oí la puerta cerrarse poco a poco y unos pasos que se acercaban a mi lentamente. Cada sonido del zapato golpeando ese ruidoso suelo se expandía por toda la habitación, haciendo que se me pusiera la carne de gallina.

-Me han dicho que lo que ha pasado…

-¿Quieres que te cuente lo que he visto? – Estaba convencida que solo me quería por eso, para averiguar quién había matado a esas personas, sin importarle lo que yo pudiera sufrir. Pero, al fin y al cabo, seguía siendo un juguete vacío.

-No, si tú no quieres. Sé que lo has pasado mal y no quiero volver a hacerte pasar por lo mismo. - ¿A sí? Nadie lo diría. Aún a sabiendas de que no recordaba nada seguía bombardeándome con preguntas que no entendía. Pues si no sentía la necesidad de saberlo no pensaba contárselo.


No quiero volver a recordar esa cara, lo que me hizo sufrir, lo que me hizo sentir. No sé que fue eso… ¿Un sentimiento? Pues no quiero sentir nada más. Quiero seguir vacía, como tengo la sensación de que siempre he estado.

-Ahora no me lo vas a decir… - Con una sonrisa, sabía que no le iba a decir nada. Negué con la cabeza, sin apartar la mirada del frente. Tenía la mirada perdida, como de costumbre; no sabía a dónde mirar.
El colchón de la cama se hundió a unos centímetros de mí. – Oye, escucha. No sé lo que se siente al no recordar nada… No tengo ni idea, eso solo lo sabes tú y no me puedo ni llegar ni a imaginar cómo debes sentirte ahora mismo. – No siento nada – Pero ¿no quieres ni recordar tu nombre?, ¿no quieres recordar a tus padres?

-No, ¿eso es malo? – No sé lo que es bueno y lo que no lo es…

-No, pero es triste. – No me afectaron sus palabras. – Podríamos ayudarte a recordar más cosas si quisieras…

-Esta noche he recordado y no me ha gustado. – Me había horrorizado.

-Pero ¿no te sientes mejor al saber, aunque tan solo sea una pizca, de tu vida? – Puede.


Cuando recordé me dolió. Yo interpreto eso como si mi vida fuera todo sufrimiento, dolor, miedo… Y eso que no tengo claro que significan esas palabras. Aunque esa cara fuera pacifica no me gustó recordarla, porque a la vez de sumisa era amenazante. Era una persona. Algo me pasó con esa persona que no me gustó nada. Puede ser eso ¿no? Es mi manera de verlo, aunque igual me equivoco. ¿Pero que sentí? ¿De golpe lo que en toda una vida me hizo sufrir? Me dolió cada centímetro de mi cuerpo… ¿Y si esa persona fuera…? ¿Y si fuera quien me borró la memoria? Igual sentí lo que sentí cuando me borró la memoria o intentó matarme.

No recuerdo nada de la vida en si misma… Pero se me hace difícil de creer que haya seres humanos que puedan matar a otros seres humanos. Aunque supongo que, después de todo, hay cosas peores que la muerte… Que te traten como a un objeto, un juguete, una marioneta a la que usar cuando quieres…

-Si te duele contarlo… - Me sacó de mis pensamientos. – ¿podrías dibujar eso que has visto? – La miré por primera vez desde que entró en esa habitación.

-Quiero salir de esta habitación.

-De acuerdo. ¿Qué viste? – Insistente. ¿Quería salir de esas cuatro, tres paredes y un cristal? Sí. ¿Quería hacer públicos mis pensamientos? No. Y menos a esa clase de gente, que solo les interesa una parte de este caso. La parte que incumbe a las víctimas de asesinato. En cuanto a los que salen heridos; tan solo les importa la información que pueden darles. – Si me lo dices o consigues dibujarlo, no tan solo te sacaré de esta habitación. Te llevaré fuera. No debes de recordar como es el mundo de día, tan solo tienes un recuerdo nefasto de una larga y fría noche. Hay que cambiar eso ¿no te parece?

-Una cara… Vi una cara. - Luego volvería a este edificio y luego a saber qué sería de mí. Pero necesito salir de aquí.

-¿Voy a hablar con el psicólogo para que te ayude a expresarlo?

-Vale.




-Marc, tengo una buena noticia; – Parándole por el pasillo – ¿te acuerdas que me han llamado del hospital para decirme que la chica misteriosa había recordado algo?

-Si no ha recordado la cara de su asesino no me interesa. – pasando de largo.

-¡Podría ser el asesino! – Siguiendo plantada donde Marc la había dejado. Marc se paró en seco y se giró hacía ella, encontrándose con su cara de convicción.

-¿Qué haces que todavía no me lo estás contando?

-Ajá. – Se le acercó contenta mientras él se llevaba la taza de café a la boca. Empezaron a andar de camino al laboratorio. – Al parecer cuando recordó una cara también recordó junto a ella mucho dolor, cosa que me hace pensar que esa podría ser la cara del asesino y ese dolor el del golpe que le propinó.

-¿Y como sabemos que no es ella la asesina? – Insistente.

-Marc, por favor… Estaba tan débil que no podría ni haber sujetado a un cachorro…

-¿De verdad te crees eso? ¿O quieres creértelo?

-No entiendo a que viene esa animadversión hacia mi persona. Antes confiabas más en mí.

-Pero sé que cuando ves a un ser más débil se te ablanda el corazón. Lo sé, porque lo he visto. – Haciéndole la típica seña con el dedo corazón y el índice de sus ojos a los de la detective. Ella se rió.

-Vamos, no exageres. Sé que esa chica es sospechosa y que no puede ser completamente inocente. Pero ahora mismo lo está pasando mal y se supone que la tenemos que ayudar… - Marc iba a replicar – para que pueda contarnos todo lo posible de esa noche.

-Eso ya me gusta más. Bien, - Haciendo un chasquido con el dedo – que la vea el psicólogo del hospital inmediatamente. Cuando vayas para allá ya quiero el retrato hecho.

-Muy bien. – Entraron en el laboratorio. – Jack, ¿has conseguido averiguar algo?

-Me han llegado resultados del hospital, los he cotejado, comparado… - Les hizo una señal para que se acercasen a la pantalla. – Y me ha salido esto. – Salieron varios gráficos con datos científicos en la pantalla.

-Traducción. – Exigió Marc.

-La chica tiene unos 17 años… Entre 16 o 17.

-¿Y bien?

-Nada, eso. – Girándose hacía él con la silla.

-¡¿Qué?! ¡Tanto altibajo en esos gráficos ¿tan solo para eso?!

-Va, que era una broma, jefe, no se apure. – Volvió su atención a la pantalla entre risas de la detective Rass, las cuales cesaron cuando el jefe la miró amenazante. – En los análisis se ve claramente que le inyectaron algún tipo de droga en el organismo para que olvidara más fácilmente. Un equipo de psiquiatras de Nueva York descubrió con pruebas con animales que el betabloequeador propanol puede interferir en la forma de almacenar recuerdos. Según algunos investigadores esta droga se le da a la gente que ha sido víctima de estrés postraumático o a sido víctima de un evento violento.

-Eso encaja con la chica misteriosa.

-Pero en los resultados se ve claramente que ese ‘medicamento’ estaba mezclado con otros tipos de drogas.

-¿Qué clase de drogas? Parece mentira que te lo tenga que preguntar. – Poniéndose nervioso.

-No lo sé. El organismo las ha disuelto todas, al buscar este ‘medicamento’ me he cargado todo lo demás. No tengo suficiente como para seguir haciendo pruebas. Lo único que he podido sacar es esto. – Marc inspiró hondo, intentando no perder los nervios.

-¿Algo sobre la camiseta?

-Sigo buscando más ADN del dueño.

-A ver si logras encontrarlo antes de que acabe el siglo, a este paso ya ni se acordará del momento en que le prestó una camiseta a una simple chica. – Saliendo del laboratorio.

-¿Y tu como vas con la búsqueda, Noa? – Sin perder la sonrisa de la cara a pesar de los comentarios del jefe.

-No muy bien… Hasta luego, Jack. – Al contrario que Rass. Jack le hizo un gesto de adiós con la cabeza y Rass salió del laboratorio, pero no fue detrás de su jefe.





-¿Cómo se encuentra? – Le preguntó a la enfermera.

-Va haciendo progresos. Ahora está con el psicólogo del hospital, pero hoy ha conseguido comer un panecillo, los otros nutrientes se los damos por vía intravenosa. Cuando salga el médico le contará como ha ido la sesión, puede esperar en la nueva habitación de la chica.

-Veo que han hecho caso a mi petición de que la trasladasen a la zona para jóvenes.

-Las decisiones de la policía las cumplimos a rajatabla siempre y cuando nos parezcan provechosas para el paciente. – Contestó la enfermera, tenía una expresión agradable.

-Mi objetivo es hacerle ver a esa chica que la vida no es tan horrorosa como lo que ha vivido hasta ahora… ¿Cuando salga de la sesión me la podré llevar a dar un paseo ahora que todavía hay algo de luz? Le he traído algo de ropa. – Alzando una bolsa que llevaba en la mano.

-Eso lo tendrá que hablar con su doctor, yo no lo sé.

-Está bien, gracias. Entonces la esperaré en su habitación. – Le sonó el busca a la enfermera de expresión agradable.

-Perdone que no la acompañe, es la 203. Está en la segunda planta, que es donde tenemos a los menores.

-Gracias. – sonriente y yendo para allá.




Entré en la habitación y vi a Rass sentada en ese sofá.

-¿Ya está? ¿Cómo ha ido? – Se levantó el ver entrar al doctor detrás de mí. Yo me fui directa a la cama y me senté, sin mirarla.

-Ha dibujado esto. – Alzando un cuaderno.

-Vaya… - Lo agarró mientras se lo quedaba mirando, como si le deslumbrara. – Ella… ¿Ella ha dibujado esto?

-Sí, extraordinario, ¿no le parece? – Los dos se miraban el cuadro como si fuera algo imposible de hacer. - Fíjese en los detalles, el pelo, los labios,… Los ojos. Por lo que expresa el dibujo, se puede ver que esos ojos tienen una gran influencia en ella, es lo que más ha resaltado sin darse cuenta.

-¿Es una mujer? – El médico negó con la cabeza.

-Es un hombre. No será difícil encontrarle.

-Eso espero, gracias. ¿Me quedo el dibujo?

-Sí, quédeselo, lo necesitará para identificarle. – Se fue hacia la puerta. – Oye, - Deducí que se refería a mí, porque no había nombrado ningún nombre. Ya empezaba a pensar que me llamaba ‘Oye’. – Nos vemos mañana. – Y salió con una sonrisa en los labios. Rass se giró hacia mí, todavía fascinada por el dibujo.

-Lo prometido. – Le dije. – Sácame de aquí. – Me sonrió, como diciendo ‘Por supuesto’.
Porque aunque fuera un juguete roto y vacío por dentro no quería decir que no necesitara volver a sentirme bien como un ser humano.
Continuará.